Castalia, 2008. 124 páginas. Incluye los siguientes relatos: Muertos, ambulantes, floristas y funcionarios Braceros, oficiales de primera y amas de casa Psiquiatras e hipnotizadores Concejales, ex modelos de lencería y estudiantes Faquires, decoradoras de interiores y geishas Agentes de mudanzas y pintoras parisinas Taquígrafos y poetas Desinsectadores, madres posesivas y prostitutas Narradores déspotas Hombres de negocios y taxistas Marineros, amas de casa y presos Niños fotógrafos, enterradores, taxidermistas, pintores hiperrealistas, saltadores de longitud, soldados y cronistas Carniceros, prostitutas (otra vez) y tenientes Maquinistas Y aunque no es el mejor libro de relatos que he leído del autor no hay ninguno malo y algunos bastante buenos. Concejales… sobre una pareja que se desubre en la distancia a través de una calle vacía, Desinsectadores…, cuya historia se da desenvolviendo poco a poco pero sin concesiones o Carniceros… que en pocas páginas nos retrata un opresivo estado policial. Bueno. Benjamín está en casa, en calzoncillos, un poco empalmado, y curiosea tras la ventana del salón. Hace bochorno, pero no luce el sol, y el cielo parece el vientre hinchado de un viejo. Acaba de despertarse de una siesta en el sofá y se siente pegajoso y aturdido. Una mosca gorda, peluda, de un…