Tránsito, 2018. 104 páginas. Tit. or. La mémoire de l’air. Trad. Raquel Vicedo. Todo comienza con un sueño en el que la protagonista ve a una mujer muerta dentro de un pozo. La narración se desliza a su última relación, tormentosa, hasta el punto que nos habla de su pareja como ‘el de antes’ que acaba siendo Deantes. Después se desliza todavía más abajo hasta un recuerdo traumático de su juventud. Una prosa delicada que te pega puñetazos en el estómago. La trama se desenvuelve con tranquilidad, con mucha calma, y se te va pegando en la piel, y te va dejando heridas que apenas se ven. Una delicia de libro, a pesar de su dureza y de lo desvalida que está la protagonista -o precisamente por eso. Mucho ojo con la editorial Tránsito que está publicando pequeñas maravillas. Muy bueno. Parece que todo amor es político. Es político el modo en que una mano se posa sobre la nuca, la rodilla, el vientre; la historia que ha modelado esa mano, la memoria que la dirige, su intención secreta. Las manos de Deantes eran pesadas, igual que decimos de un sueño que es pesado hasta tal punto que sólo salimos…