Lengua de Trapo, 1988. 220 páginas. Luis Alberto López era un sexador de pollos que, tras asesinar a un compañero de trabajo con un martillo, es recluido en un psiquiátrico. Desde allí nos cuenta el transcurso de una revolución que acaba en violencia, mezclado con los recuerdos del por qué ha llegado hasta allí. La editorial Lengua de trapo se especializó en este tipo de libros, herederos del humor de La conjura de los necios y este es un buen ejemplo. Humor negro, situaciones absurdas con mucha mala leche que funciona de manera excelente porque quien cuenta las cosas es un interno, y es incapaz de darse cuenta, al retratar su vida, de hasta que punto se desnuda. La mezcla de sensatez y locura del protagonista le permite al autor hacer una crónica a la vez lúcida y disparatada. Un problema que el comenta en el texto: Yo no soy tonto. Yo me callo muchas, pero no soy tonto. Eso es lo peor. Cuando se es tonto, no es que no se sufra; no, sufrir se sufre siempre. Pero cuando no se es tonto, se acaba sufriendo dos veces por lo mismo. Primero porque lo ves venir, y luego porque…