Candaya, 2018. 140 páginas. Incluye los siguientes relatos: A tiempo para desayunar Paladar Instantánea borrosa de mujer con luna Funeral doméstico Un hombre en mi cama Pequeñas mujercitas Conversación de los amantes Pistola cargada Un paseo de domingo La historia incómoda que nos contó Olivia el día de su cumpleaños Matadora El Atanudos Cuento antes de ir a la cama Confeti en el cielo La primera vez que vi un fantasma Que crean atmósferas angustiosas, situaciones ominosas donde el desastre parece estar a la vuelta de la esquina. En Paladar, por ejemplo, la promesa de una comida excepcional solo para comensales arriesgados se mezclan con el regreso a Lima de la protagonista y una escapada nocturna donde todo está siempre a un paso de pero que nunca ocurre. Los cuentos largos suelen tener un final sin estridencias ni giros de guión, pero en los cortos sí que hay esa sorpresa que es marca del género. Mis preferidos son El Atanudos, buena historia narrada con un pulso excelente y el que cierra el volumen y da título al libro, una vuelta de tuerca a un tema aparentemente agotado como es la aparición de un fantasma, que deja un poso de tristeza…
Candaya, 2021. 172 páginas. Incluye los siguientes cuentos: La mansedumbre Pez, tortuga, buitre Cuando llueve parece humano Socorro Piel de asno Hermano ciervo De temas y ambientes muy diferentes (cantantes de gospel ex-adictas, mujeres japonesas que imparten talleres de origami a presas o turbias maternidades entre personas insanas) pero todas impregnadas de esa oscuridad luminosa que se define en la contraportada. Calidad de escritura marca Candaya, donde es imposible encontrar prosa insulsa, acompañada de unas historias que arañan la piel. Quizás mis preferidos son los tres últimos. Socorro, con su protagonista habitando la locura, Piel de asno, casi una mini novela de dos niños que viajan a Canadá para quedar a cargo de una tía alcoholizada en una tierra inhóspita y Hermano ciervo, una pareja donde él se somete a un experimento farmacológico. Muy bueno. Socorro se mantuvo quieta la primera mitad de la misa y hasta se persignó de la forma correcta. Estaba bien adiestrada y no pensaba poner a mamá en su contra justamente cuando se sentía rodeada de intrusos o enemigos. Ya le había dado suficiente trabajo esa mañanita al negarse a exprimir sus senos con un extractor a pilas para aliviar los principios de una mastitis….
Candaya, 2020. 142 páginas. En un universo en el que Argentina ha ganado la guerra de las Malvinas, pero a costa de que un virus terrible azote esas islas, se crea un extraño comité para seleccionar a unas mujeres que, convenientemente vacunadas, hagan renacer la vida en ese territorio. De aires inconfundiblemente kafkianos asistimos a los sinsabores de un funcionario de medio pelo, que está ahí por recomendación, y que arrastra una cantidad considerable de traumas. Pocas cosas tienen sentido en una serie de acontecimientos asfixiantes. Personalmente me ha dejado frío. Bien por el ambiente y bien por la escritura, pero no me ha interesado nada de lo que se cuenta, ni siquiera -o a causa de- estar trufado de abundantes escenas de sexo. Es corto y se me ha hecho largo. Se deja leer. Arrastro a Erizo hasta el archivador y la manoseo toda. Nos chupamos en silencio. Erizo se pliega. Me hago púa entre sus piernas. En lugar de ir al vacunatorio, me lleva a su habitación. No sé si son las cápsulas, pero algo en mi sistema nervioso se ha desbocado. La tiro sobre la cama. Tiene las tetas perfectas. Mordisqueo un poco a ver hasta dónde….
Candaya, 2020. 158 páginas. Alrededor del rastro de la sangre la protagonista vive, patina, sueña, folla y se desintegra y recompone a cada paso que da mientras camina hacia delante sin saber muy bien por qué. Un libro brutal. Brutal de bien escrito, en ocasiones poesía pura, con imágenes alucinadas pero perfectas, y con un trasfondo emocional potente. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Muchas veces se oye hablar de literatura femenina con una cierta condescendencia, como si las mujeres sólo pudieran escribir chick-lit y literatura cursi. Todo lo contrario. No es algo de ahora, ya un libro como La plaza del diamante tenía una carga de profundidad superior a casi todos los libros de su época. Cuando me hablan de literatura femenina yo pienso en libros como éste. Literatura que te pega dos bofetadas en la cara, primero con una mano y luego con la otra, y después te acaricia el pelo y te dice tranquilo que ya ha pasado todo mientras te clava un tenedor en el muslo y te obliga a lamer la sangre mirándote con pena y también con deseo. Y tú, una vez ha acabado todo, solo puedes decir: Quiero más. Muy…
Candaya, 2018. 290 páginas. Una profesora que ha pasado una situación traumática -unas alumnas la secuestraron en su casa- y que tenía una relación tóxica con su madre entra de profesora en un prestigioso centro privado. Pero algunas alumnas no son precisamente angelitas y la situación se desmadra un poco. Otra muestra del gran talento narrativo de Mónica Ojeda, que es capaz de construir ambientes malsanos con un lenguaje exquisito, juntando la calidad literaria con esta nueva especie de literatura de género que se convierte en literatura a secas. En ocasiones se vuelve demasiado a los mismos temas y hay algunas cosas un poco al límite pero ¡que imágenes más sugerentes y truculentas! ¡Que protagonista en la sombra! He disfrutado un montón con esta historia desasosegante. Que es capaz de juntar los creepypastas con Norman Bates. Muy recomendable. Fernanda se hablaba en voz alta cada vez que podía: cuando se duchaba, cuando se acostaba a dormir, cuando el chofer de su padre la llevaba al colegio, cuando almorzaba sola en la mesa de ocho sillas, cuando la Charo le ponía las medias y los zapatos por las mañanas, cuando se encerraba en su habitación, cuando se peinaba, cuando se cortaba…