Cabaret Voltaire, 2009. 288 páginas. Tit. or. Ana non. Trad. Adoración Elvira Rodríguez. La guerra le ha arrebatado a Ana su marido y dos de sus hijos. El pequeño, el único que le queda, está en una cárcel del norte. A sus 75 años, con un bizcocho como todo equipaje, comienza un viaje a pie, siguiendo las vías del tren, para encontrarse con su hijo. La trama, que parte de una historia real, o por lo menos de una leyenda que circulaba en la época, es triste y evocadora. El tratamiento que le da el autor, en mi opinión, es terrible. No me ha gustado ni cómo está escrito, ni los elementos de la trama, no el tono, ni nada. Todo me parece falso, impostado. En el propio libro se habla de un folletín que le leían a la protagonista, los gorriones de la acera, relato de pobres muy pobres y muy buenos y ricos muy malos. Pues este libro es un folletón en el mismo sentido. Todo tiene un tono de sentimentalidad exagerada que a mí me saca del relato. No me lo creo. No me creo a Ana Paucha, empezando porque en este país la mujer no toma…
Cabaret Voltaire, 2012.264 páginas. Tit. or. Al-jubz al-hafi. Trad. Rajae Boumediane El Metni. Una infancia marcada por el hambre en el Rif, una emigración a Tánger que no consigue sacar a la familia de la pobreza, un padre maltratador, una miseria general en un ambiente violento capaz de destruir a cualquier ser humano. Autobiografía del autor narrada con un estilo sobrio pero poético en una primera persona que contrasta con una brutalidad en la que la violencia campa a sus anchas. La vida en los márgenes es muy dura y no hay compasión, a pesar de los breves interludios de ternura, siempre escasos, siempre pendientes de un hilo. El protagonista, en sus breves años de vida, trabajará en un restaurante donde fumará y se emborrachará, vivirá con prostitutas, dormirá en la calle, ayudará a traficantes, conocerá la prisión y casi al final, siendo todavía menor de edad, intentará aprender a leer. Una buena reseña: El pan a secas Muy recomendable. Entré. Ella le pidió a un tal Antonio que le trajese agua y una toalla. Antonio era guapo; llevaba kohl en las pestañas y la cara empolvada, de color rosa, el pecho incipiente como el de una niña y el…