Biblioteca Nueva, 1994. 354 páginas. Asistimos a los últimos siete días de la vida de Arturo, neurasténico y pedante, que malgasta su vida rodeado de unos seres tan curiosos como él. Ni los médicos, ni los psicoanalistas, ni los múltiples medicamentos que consume llenan su vida de sentido. Está catalogada como novela de humor y bueno… algún momento cómico tiene, pero no abundan. Normalmente despacharía un libro como este en cuatro frases, pero dado que prácticamente no hay información en la red voy a tomarme la molestia de dar detalles. Para empezar la edición recupera las planchas de una edición anterior. A veces da la impresión de estar leyendo una fotocopia, y aunque parezca una tontería dificulta mucho la lectura. Igual que el vocabulario del texto. Antes de empezar hay un glosario y pensé ¡glosarios a mí, que soy cultísimo! Pues bien, de cada veinte palabras tengo suerte si conozco una. Hagan la prueba: Ancila, artejo, atrición, batuda, bisunto, concia, corbacho, efémero, entoldo, entrecuesto, montantear, relicto, singulto, temulento, voznar…. Bueno, pues así es todo el libro. Curiosamente, en un párrafo habla de bulimia y anorexia y pone entre paréntesis el significado. Al principio cuesta pero luego te acostumbras a ignorar…
Biblioteca nueva, 2007, 2018. 166 páginas. Edición de Joaquín Abellán. Publicado en 1919 es una de las obras más conocidas de Weber. Basada en una serie de conferencias que impartió en Munich le dio finalmente forma de libro y es uno de los más citados en el ámbito de los estudios políticos. La edición está muy cuidada con un prólogo que nos pone en el contexto social de Weber e ilumina el texto. En él Weber explica el surgimiento de los diferentes sistemas políticos y parlamentarios en el mundo y da las directrices de cómo tiene que ser un político. Algunas ideas básicas: el estado es el que tiene el monopolio de la violencia (hasta el punto que para Weber es la definición de un estado). Otra: la ética en la política hay que dejarla a un lado, ya que todo vale o debería valer para alcanzar un fin. No es tanto que defienda esta postura como que critique la opuesta, la del político inmaculado al que sus ideales le impiden ensuciarse las manos. Una lectura muy interesante. Mi colega F. W. Foerster, a quien aprecio personalmente por la indudable sinceridad de sus convicciones, pero a quien, por supuesto, rechazo…