Mondadori, 2013. 200 páginas. Tit. Or. Leaving the Atocha Station. Trad. Cruz Rodríguez Juiz. Un joven que disfruta de una beca de escritura en Madrid malgasta su tiempo entre fumar porros en la azotea, intentar dar pena diciendo mentiras sobre su familia y escribiendo poesía a partir de deconstrucciones de Lorca. No sé quién me recomendó la novela, pero en el propio libro hay elogios de escritores prestigiosos y premios a tutiplén. Pero al empezar a leerlo no veía yo nada de sus cualidades y pensé ¿me habrán timado? Cierto es que en las primeras páginas encontré algunos momentos bien escritos, y que hay algunos aciertos como la descripción de la alienación lingüística que siente el autor. También el retrato de una juventud inane. Pero ese es el problema: la inanidad de las experiencias vitales de este autor. Sus mayores problemas son ataques de ansiedad que le vienen por nada, el poco caso que cree que le hacen las mujeres (a pesar de que le va viento en popa) y que en Barcelona se olvidó de cómo se llamaba su hotel y era incapaz de encontrarlo. Coincide en el tiempo con el atentado de Atocha. Yo tenía miedo que la…