Gigamesh, 2003. 320 páginas. Tit. or. Jromaya sud’ba. Trad. Justo E. Vasco. Articulado en dos tramas, un relato interno con más aires de ciencia ficción donde un escritor se va enterando de lo que existe en realidad detrás de los gafudos que sufren una enfermedad parecida a la lepra y parecen estar convirtiendo a los jóvenes de la ciudad en algo más grande. Y un relato externo sobre las tribulaciones de un escritor con la burocracia y una máquina que es capaz de predecir el número de lectores que tendrá una obra. Para decirlo corto: aquí ciencia ficción poca y tangencial. Pero para decirlo claro: esto es una obra como la copa de un pino que se disfruta por el lenguaje, por esos diálogos entrecortados, por un ambiente que en cada página parece la descripción de un sueño. Las tribulaciones del escritor del relato externo, escondiendo su carpeta azul, su obra preferida que nunca muestra, que malvive de reseñas y minucias y del éxito de sus ‘Cuentos infantiles modernos’, cercanos a un Bradbury que no había leído. Y las andanzas del escritor del relato interno, defendiendo la justicia caiga quien caiga, aunque no sea devoto de la religión del futuro…
Gigamesh , 2015. 192 páginas. Trad. Raquel Marqués. Algún relato de baja calidad o mala traducción había leído de los Strugatski y los había dejado de lado. Pero tanto y bueno se hablaba en la red de este Stalker que dejé de lado prejucios. Menos mal. Mucho se ha escrito sobre los primeros contactos, pero poco tan original. Los extraterrestres han visitado la tierra, sí, pero nos han ignorado por completo. Pero los puntos de contacto ha quedado modificados: las llamadas Zonas son sitios peligrosos en los que se pueden encontrar restos de tecnología alienígena pero también trampas mortales. Hay investigación internacional, pero también personas individuales, los stalkers, que se arriesgan a entrar por su cuenta en las Zonas para vender lo que puedan encontrar. Centrado por completo en el efecto que tiene la disrupción en el entorno y en lo duro que puede ser la vida para un stalker el único fallo que le he encontrado a la novela es que se hace corta. Historia muy bien construída y sugerente. Mira, en aquella casa de ladrillo vivía nuestro maestro de aritmética, ese al que llamábamos el Coma. Era un pelmazo y un infeliz. Su segunda mujer lo dejó justo…