La Bisbal d’Empordá, 2014. 206 páginas. El protagonista aprovecha un trayecto nocturno de vuelta a casa en el que se pasea por las calles del Raval y el Gótico de Barcelona para perderse en sus recuerdos, hacer una crónica de su vida y, de rebote, la de la propia ciudad. La frase de la contraportada la anuncia como ‘el penúltimo libro de Barcelona’ que es casi decir ‘otro libro más sobre Barcelona y por desgracia no será el último’. Con ese ánimos tan desganado si no viniera yo desde otro libro desde luego que no me lo llevo. Barcelona, por suerte, aparece poco. Imagino que las anécdotas que cuenta aquí son autoficción, porque si no fuera así como en dicho en otras ocasiones que falta de imaginación. No voy a volver a dar la charla sobre forma y contenido, pero si ilustrarlo con un ejemplo. En una entrega de premios una mujer mayor ofrece al protagonista y un amigo continuar la fiesta en una casa cercana en lo que parece ser una invitación a una orgía. Declinan la oferta. Esto como anécdota para contar en un bar bien. En un libro espero que vayan a la orgía y monten una…
Hurtado & Ortega, 2018. 210 páginas. Adrià Pujol es hijo del corrector de Josep Pla y la sombra del homenot le ha perseguido de por vida. Escribe un ensayo para explicarse pero la traducción de Rubén Martín transforma su texto, se toma libertades impensables y se inicia una discusión en los pies de página que rompe ya no solo la cuarta pared del texto, sino también de la traducción, de la edición y de los sinsabores de los que viven de las letras. El texto de Adrià, sin aditamentos, es de buen leer. La parafernalia que le ha crecido con la traducción es, en ocasiones, muy divertida, encaja con las quejas propias del texto, se apoyan y conforman un artefacto que podía haber sido pedante e insufrible (y a veces un poco lo es) pero que en general he disfrutado bastante. Bueno.