Estos días estamos de traslado, razón por la que este blog estará más o menos de descanso una temporada. Aunque tenemos la alegría propia de los recien propetiarios, tenemos que hacer algún que otro sacrificio. El primero, tener que vender el piano porque allá donde vamos no lo podemos meter en ningún sitio. Aquí tienen unas fotos del mismo (pueden pinchar en ellas para agrandarlas):
El piano es un P.M. Stimme de cuerdas cruzadas, de nogal y en buen estado de conservación. Las medidas son: 1’52 de ancho, 1’32 de alto y 0’64 de fondo. Lo vendemos por el módico precio de 1.200 euros, siendo los gastos de transporte (estamos en Barcelona capital) por cuenta del comprador.
Si alguien está interesado puede contactar conmigo en palimp en gmail.
P.D. Mientras esperan a que el blog retome su actividad habitual, pueden leer la revista 5 guineas
Así estaré yo cuando me muera:
Vía El chiste de Mel
11 comentarios
¿Porqué estas cosas siempre me pillan en el peor momento?
Yo no tengo sitio. Lo siento.
Siempre me he imaginado el cielo de esa forma. De lo contrario ¿cómo puede ser?
Y quizá en el cielo hagamos veladas literarias en grupo 😉
Gracias por tu recomendación. A ver si hay suerte con el piano.
Por ahora no hay mucha suerte… no se que vamos a hacer.
Palimp ¿y si lo anuncias en el periódico? acá se llama «Aviso oportuno», secciones en donde hay anuncios de ventas. Quizá resulte.
Lo hemos puesto hasta en Ebay y nada. Me parece que no lo vamos a vender de momento.
Me encantaría tener un piano (es uno de los sueños de mi vida. El otro es tocarlo como Barenboim). Pero no tengo ni sitio ni dinero (tengo el violín metido en el armario al fondo del fondo sin fondo). El chiste es sencillamente genial! jjejejejeje.
Pues tráete el violín cuando vengas a Barcelona y hacemos un desconcierto 😛
¿Por qué semejantes ofertas no coinciden con una herencia inesperada de un tío de américa?… En fin, es otro hermoso piano que no podré comprar. Espero que haya suerte.
Respecto al chiste, acabo de recordar una cita (no su autor)… «El día del jucio final habrá muchas sorpresas, cuando cada libro vaya con su autor, cada duro con su dueño y cada hijo con su padre» De lo que se deduce que en el cielo están todos los libros… ¡menos mal!
No la ha habido… o sí. De momento nos lo quedamos.