Atalanta, 2011. 350 páginas.
Tit. or. Strange stories. Trad. Andrés Ibáñez.
Recopilación de los siguientes cuentos:
El vinoso ponto
Los trenes
Che gélida manina
La habitación interior
Nunca vayas a Venecia
En las entrañas del bosque
Enmarcados, como bien dice el título, dentro de lo extraño y lo sobrenatural. En El vinoso ponto un turista se empeña en llegar a una isla misteriosa habitada por tres mujeres que afirman ser hechiceras. En Los trenes dos mochileras se pierden por un bosque y recalan en una extraña casa al lado del tren. Che gélida manina cuenta una extraña relación telefónica. Una casa de muñecas extraña que no se puede abrir es el centro de La habitación interior. En Nunca vayas a Venecia un viajero conseguirá visitar la Venecia de sus sueños y, para acabar, En las entrañas del bosque un curioso hotel-centro de reposo atiende a personas con insomnio.
El autor tiene maestría para dibujar paisajes y ambientes inquietantes, sugerentes. Pero las narraciones no parecen dirigirse a ningún lado y cuando lo hacen (como en Che gélida manina) el climax no está a la altura de las expectativas. Disfrutas leyéndolo pero es un sí pero no. Mi preferido, La habitación interior, el que menos me ha gustado Nunca vayas a Venecia, muy aburrido.
Acabas con la sensación de que podrían haber sido mejores que lo que son. Más reseñas: “Cuentos de lo extraño”, de Robert Aickman. El arte de la percepción. , Robert Aickman, Cuentos de lo extraño y con la que más estoy de acuerdo: Cuentos de lo extraño, de Robert Aickman (1966) .
Calificación: Se deja leer.
Extracto:
Margaret se sintió incriminada por sus confesiones anteriores y por la mirada didáctica de la señora Slater. -La cantidad de sueño requerido para eliminar las toxinas del flujo sanguíneo es mucho menor de lo que la gente suele pensar -prosiguió la señora Slater, y entonces, cambió completamente su tono-: ¿No sabe que ésa es la función fisiológica del sueño? -inquirió. -Creo que lo aprendí en el colegio -respondió Margaret, cada vez menos interesada en la conversación y más consciente de la amenaza, pero incapaz de dejar de escuchar, incluso de hacer preguntas por más banales que éstas fuesen.
-Como decía, fisiológicamente se necesita mucho menos sueño de lo que la gente cree. De hecho es perfectamente posible eliminar las toxinas sin dormir nada en absoluto. Hay gente, no mucha, que tiene esa habilidad.
Margaret, segura de su estable capacidad de dormir y de todas sus convicciones, apenas se había parado a pensar en los aspectos biológicos del asunto, por lo que no estaba en posición de contraargumentar.
-Ahí -dijo la señora Slater- radica la complejidad del auténtico insomne. Es una persona que en todo momento tiene una escasa o nula necesidad de sueño.
-Supongo que tendrá sus ventajas -dijo Margaret.
-Esa suele ser a menudo la segunda reacción -dijo la señora Slater-. No hay ninguna ventaja, o al menos no según las normas del mundo exterior. El hombre o la mujer que verdaderamente no puede dormir acaba siendo una especie de trol, como dicen aquí. La vida está concebida de tal modo que, sin poder dormir, sólo un trol puede soportarla. La gente que duerme con normalidad no tiene más opción que segregamos.
-He oído la palabra, pero nunca he sabido con seguridad qué es un trol.
-Los que se mantienen apartados. Los sobrenaturales y siniestros, como dice la gente -respondió la señora Slater con cierto deleite.
-¿Tan desastrosa es la falta de sueño?
-Incluso las personas más normales se pasan la vida tambaleándose sobre la delgada línea que hay entre el bien y el mal; entre los impulsos y el buen juicio, como podría decirse. El sueño facilita dos cosas a las personas normales: les proporciona largos y constantes períodos de descanso de sus conflictos; también permite que sus impulsos puedan ser satisfechos en los sueños, especialmente los más anárquicos. Seguro que usted tiene sueños de ese tipo, ¿verdad, señora Sawyer?
-A veces -respondió Margaret.
-Imagínese la vida sin sueños ni tranquilidad. Una vida así es insoportable, y los condenados a este tipo de vida se convierten en troles, como le acabo de comentar.
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