Un escritor que admiro, Rafael Marín, escribe con erudición sobre un cómic que admiro, Watchmen. ¿Que puede salir mal? Absolutamente nada. Lo he devorado en una sentada, he disfrutado como un gorrino y me ha sumido en diferentes reflexiones acerca de la obra de Moore.
Se explican algunas de las claves que articulan esta novela gráfica que no lo es, se acompaña de abundante material gráfico, se ilumina la génesis de la obra y se discuten referencias e influencias. Totalmente imprescindible para los amantes de esta vuelta de tuerca sobre el mundo de los superhéroes.
Un par de pensamientos tras la lectura. No tengo muy claro que sea un cómic que pueda leerse sin haber crecido en el mundillo. Es decir, si de niño has leído superhéroes, este es el cómic con el que te vas a hacer mayor. Si no es así estoy seguro de que sus cualidades pueden atrapar por igual, pero el efecto no va a ser el mismo.
Por otro lado lo malo de crecer es que ya no te crees los cuentos. Yo hace tiempo que ya no disfruto con los superhéroes mainstream, aunque sean originales o novedosos. Creía que era por culpa de la edad, que buscaba cosas más adultas. Pero la causa puede muy bien ser la lectura de este cómic, que como dijo el poeta ‘ya no hay quien te devuelva lo que un día no supiste y ahora sabes’.
Lectura muy estimulante.
Al menos tres de los personajes protagonistas ostentan nombres que poca relación tienen con los superhéroes tradicionales: Rorschach, alejado ya de sus modelos ditkianos The Question y Mr. A, lleva el estigma de una carga culta en su nombre de batalla que choca y mucho con el background lumpen que luego vamos a descubrir en el personaje. El inescrutable y en el fondo ingenuo Dr. Manhattan toma su nombre del proyecto que acabaría desarrollando la bomba atómica (y como una bomba atómica ambulante llega a ser definido en algún momento), no de la isla neoyorquina, mientras que Ozymandias supone una
de las grandes ironías y una de las grandes paradojas de todo el entramado que es Watchmen, en tanto el personaje remite inmediatamente al poema de Percy Bysshe Shelley tan popular en todo el mundo desde entonces y que en el fondo supone el tempus fugit más ineludible de toda la historia de la literatura universal, la demostración palpable de que el tiempo acabará con todas las obras humanas y con el pecado de soberbia desmedida de quien cree estar por encima de todas las cosas por su propio bien. Hay que perdonar, pues, que un marginado social casi-retrasado como es Walter Joseph Kovacs adopte ese nombre de guerra, y todavía hay que hacer más la vista gorda ante el hecho de que Adrián Veidt, «el hombre más inteligente del mundo» no fuera consciente del aviso ominoso que ya presagiaba la elección de su sobrenombre. Es sólo un tebeo, naturalmente.
Por eso mismo, sorprende que en una de las primeras entrevistas realizadas a ambos autores, realizada por Frank Plowright y publicada en Amazing Héroes 97, 15 de junio de 1986, los dos parezcan ignorar el origen de la cita que da nombre a la serie:
«El título de la serie deriva de una cita de origen incierto, ¿Quién vigila a los vigilantes?. Si me apuran -dice Moore- yo diría que es de Thoreau («El dios francés del trueno», según Dave Gibbons), pero me encantaría saberlo con seguridad».
Imposible saber si Moore, con su proverbial cara de palo y su inevitable flema inglesa, se está burlando amablemente del entrevistador, pero lo cierto es que hoy todo el mundo sabe (en parte gracias a Watchmen) que la cita se debe al escritor latino Juvenal[…]
2 comentarios
Y yo que tengo esperándome en las estanterías de casa tanto Watchmen como From Hell desde ni se sabe ya la de tiempo…
Yo el de From Hell también, nunca me animo; no me gusta el dibujo.