Princesa Inca. La mujer precipicio.

julio 23, 2024

Princesa Inca, La mujer precipicio
Libros del silencio, 2011. 180 páginas.

Cristina Martín, la Princesa Inca nos habla en primera persona del dolor de las enfermedades mentales, y del estigma que cargan. Doble crucifixión. Algunos poemas son directos y van al grano, nos hablan de la anulación por la medicación, o de las salas blancas como la mente de quienes las habitan.

Otros, sin embargo, escapan de la temática y se centran en el amor, las relaciones o se sustentan en su propia estética. Personalmente me quedo con los segundos, en especial los de la mitad del libro en adelante. Los que denuncian en ocasiones están muy bien, pero otras son -en mi opinión- demasiado directos.

En conjunto merece la pena la lectura. Dejo muestras para que se hagan una idea.

Bueno.

Dios en lugar de hacernos nos deshizo

Dios en lugar de hacernos nos deshizo
y quedamos desamparados y desnudos,
al abrigo de trenes y autovías,

desproporcionadamente solos,
llenos de un viento de incertidumbre
que nos tambalea y nos tumba,

que nos deja paralizados ante la duda inexacta y rara
de seguir existiendo.


En la noche oigo el ruido de tu Play

Entras en la cocina y no dices nada,
hace bastantes días que no estás aunque te abrace contra mi pecho,
tienes mis mismas pecas, tan chiquitas en la cara, los ojos grandes del papa,
en la noche oigo el ruido de tu Play que atormenta la misma noche…
¿Dónde te perdimos, que no sabemos desrecorrer el camino?
¿Dónde he dejado los días y las manos que no he tenido para agarrarte fuerte
y que no saltes al otro lado, allí donde no te reconoces?
En esta familia tenemos una indigestión de sueños y vacíos,
genética y estirpe de gitanos enloquecidos,
si me falta seroquel, te queda zyprexa,
hoy me olvidé las recetas de rivotril, tú tienes en tu cuarto,
ventajas dentro de lo terrible.
No pierdes la sonrisa de niño, siempre amé las sonrisas verdaderas, imperfectas,
un día me enseñaste un rap que escribiste, tu letra torcida de no haber acabado la ESO era hermosa, tu voz rapeando al lado de la tele era hermosa, cerca estabas de tu Play, también era hermosa la luz que entraba y alumbraba tus 21 años…
Cuando puedo escaqueo tu mp3 para rondar Barcelona, cuando puedo no lloro porque sé que vas a volver de allí, de tu mente,
de allí, lejos de todos nosotros,
sé que volverás de lo oscuro de tu botella de plástico,
de tu papel de plata,
de tus raps melancólicos,
sé que volverás, y yo espero al otro lado de la casa,
revuelta entre poemas y amores extraños y sueños extraños,
sé que volverás,
pero no sé cuando,
te espero,
con un rap que guardo, en secreto, sólo para ti.


Hueles a desorden, y en tu sudor está la luz.
Esta noche hemos hecho el amor.
He estado pensando en otra manera menos usada de decirlo,
pero la verdad: esta noche hemos hecho el amor.
Hueles a desorden, y en tu sudor está la luz.


Administradme pastillas

Administradme dosis fuertes de pastillas
para que no sepa pronunciar ni mi nombre, para perder el sentido de estar sintiendo
el sopor de una existencia llena de puñales.

Yo fui pequeña, ¿sabéis?,
y no me conocíais,
yo fui
hada, bruja y virgen blanca..

Todo eso borran vuestras pastillas de olvido,
porque son eso y poco más,
olvido metido entre los huecos plastificados,
que aturde el sexo y el alma,
que adormece la risa
y deja muerta la mirada,
pastillas que rectifican a los que sueñan,
más de lo previsto,
más de lo que a vosotros os hace falta.

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