Iberoamericana, 2013. 330 páginas.
Lúcido análisis de tres revistas de los años 80 nacidas desencantadas de la política. El Víbora, irreverente y anti sistema, El Cairo, defensora de la aventura como evasión de la realidad y Madriz, de propuestas arriesgadas gráficamente.
Una buena reseña: Imágenes del desencanto
Entonces, en esto nosotros no teníamos cabida; en aquella época nace El Papus, y nos ofrecen en una ocasión trabajar ahí, pero lo que hacíamos nosotros no pegaba tampoco en El Papus, si era una revista de nuevo cuño; el Papus era más la onda de Hara-kiri; Hara-Kiri tampoco era lo nuestro; Hara-Kiri seguía siendo lo que se iba a convertir en El Jueves, humor político, y si no es político humor tipo Reiser, tipo Bolinski, tipo esta onda, pues, que es lo que ha continuado. Había los políticos y había el humor por el humor; como podía ser Reiser; él no es político, es humor-humor. Y pues entonces nosotros nos dedicamos a hacer nuestro tebeo.
La idea mía desde el principio, en plan ideológico… Yo era el que llevaba la voz ideológica, me imagino que por mayor y por militancia; que aunque yo no había militado en nada era universitario de aquello… Yo pienso que por la edad: cuando yo tenía treinta años los había con veintitrés, veintidós, veinticinco o veinte ¿no?, entonces con treinta años ya es una madurez, ya es una forma de ver las cosas distintas. Después, yo era maestro nacional y entonces, pues, es otra historia. Entonces, pues, mi idea era hacer un tebeo realmente underground; para mí las condiciones que debía reunir un tebeo underground era editarlo uno mismo sin ningún tipo de censura de editor, venderlo uno mismo y, por supuesto, financiarlo. Entonces, aquí había unas condiciones que no se cumplían en los primeros tebeos éstos que hicimos, en El Rrollo enmascarado, y era que nosotros pasábamos una precensura que había en aquella época, entonces, claro, te censurabas, porque si tú sabías que esto iba a pasar por un censor ibas un poco a tope para ver qué colaba y qué no colaba; de hecho, hay páginas que están cortadas y censuradas; pero ya no hacía falta, yo sabía que mis historias de La Piraña Divina no colaban, entonces, pues no intentaba meterlas para que no me dijeran: «Esta historia no la publica usted ni loco», ¿no? Entonces, pues lo que hice fue esto: cuando tuve la ocasión… pues había unos primos de Montesol que estudiaba ingeniero y me dijo: «Mira, puedo disponer de una vietnamita, de esas que hacen panfletos, por la noche; entonces, el día que no hacen panfletos, pues lo sacamos», y entonces, pues preparamos las planchas, se hicieron pruebas; por una cara habían estudios de geometría (para no desaprovechar papel), vimos que salía bien de tinta y de historia, entonces empezamos a sacarlo, y sacamos pues unas ciento y pico; iban las páginas sueltas y luego engrapadas, la primera página era verde toda y después me fabriqué una plantilla y ponía La Piraña Divina. Después salieron como dos ediciones más, piratas; una fotocopiada en Madrid y otra que ponía Falso Real Ciprés. Entonces fue cuando hubo esta movida que descubrieron más o menos quién era el que lo había hecho y entonces hubo una paranoia (porque vivíamos en una especie de comuna: Mariscal, los hermanos Farriol y esto) de que la policía estaba ahí en la puerta y entonces cada uno tiramos para un sitio; los Farriol se fueron para Ibiza y yo me fui para Marruecos, estuve primero encerrado por el barrio de Gracia, en la casa del García Sevilla y estuve ahí como ocho días. Nunca se supo si realmente nos buscaban, pero se acabó la época aquella de la comuna y ya un poco más tarde apareció el Star y empezamos a publicar en Star, pero antes habíamos sacado El Rrollo Enmascarado, la Purita, y habíamos sacado los tres o cuatro álbumes, y aquello de la Piraña Divina.
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