La enfermedad del padre provoca que el narrador de la historia bucee en sus viejas carpetas a la búsqueda de su verdadera identidad, vestigios de un pasado que ya se había desvanecido.
Tenía muchas ganas de leer algo de este autor, que algunos blogs justicieros tildaban de bluf. Lo cierto es que me he encontrado una prosa muy cuidada y una historia emotiva. Me ha gustado mucho.
Muy recomendable.
En ella aparecía mi padre aunque, desde luego, no era mi padre justamente, sino quienquiera que él había sido antes de que yo lo conociera: tenía el cabello moderadamente largo y unas patillas y sostenía una guitarra; a su lado había una joven de cabello largo y lacio que tenía un gesto de una seriedad sorprendente, y una mirada que parecía decir que ella no iba a perder el tiempo porque tenía cosas más importantes que hacer que quedarse quieta para una fotografía, tenía que luchar y morir joven. Yo pensé: Conozco este rostro, pero después, al leer los materiales que mi padre había reunido en esa carpeta, pensé que yo no lo había conocido, que no lo había visto jamás y que hubiera preferido seguir sin haberlo visto nunca, sin haber sabido nada de la persona que había estado detrás de ese rostro, y, a la vez, sin saber nada sobre las últimas semanas de mi padre, porque no siempre quieres saber ciertas cosas debido a que lo que sabes se convierte en algo de tu propiedad, y hay ciertas cosas que tú no quisieras poseer nunca.
Miré el documental que incluía la entrevista a mi padre tres o cuatro veces esa tarde, escuchándole atentamente hasta que las fechas y los nombres comenzaron a resultarme familiares pero, sobre todo, hasta que mirarlo empezó a ser demasiado terrible. Voy a echarme a llorar, pensé, pero pensar en ello bastó para que no pudiera hacerlo. En algún momento un empleado entró y anunció que la sala se cerraría en cinco minutos y luego se acercó al televisor donde estaba hablando mi padre y lo apagó. Mi padre dejó inconclusa la frase que estaba diciendo y yo traté de completarla pero no pude: donde estaba la cara de mi padre comencé a ver la mía, que se reflejaba en la pantalla negra con todas las facciones reunidas en un gesto de dolor y tristeza que yo nunca antes había visto.
Mientras pensaba todo esto de pie junto a la mesa del teléfono vi que había comenzado a llover nuevamente y me dije que iba a escribir esa historia porque lo que mis padres y sus compañeros habían hecho no merecía ser olvidado y porque yo era el producto de lo que ellos habían hecho, y porque lo que habían hecho era digno de ser contado porque su espíritu, no las decisiones acertadas y equivocadas que mis padres y sus compañeros habían tomado sino su espíritu mismo, iba a seguir subiendo en la lluvia hasta tomar el cielo por asalto.
2 comentarios
A mi me pasa igual, todavía no he leído nada de Pron pero vi una entrevista que le hicieron en Página 2 y me parecií un tío muy coherente. Que luego su prosa podrá gustarme o no, pero al menos en cuanto a personalidad resultaba muy sencillo y accesible. Miraré a ver qué encuentro en mi biblioteca base, que tu reseña ha terminado de convencerme.
Espero que te guste, yo lo leí hace mucho tiempo pero me dejó buen sabor de boca. He tenido que reconstruirte el comentario porque he tenido problemas con el servidor.
Un abrazo