Óscar Bastante. Te escribiré una canción.

diciembre 10, 2025

Óscar Bastante, Te escribiré una canción
Ediciones Oblícuas, 2010. 236 páginas.

Tres historias que se mezclan. Un accidentado en un hospital que lucha por su vida, un periodista musical que está a la caza de la mejor entrevista de su vida, y un cantante de éxito que busca la felicidad en su arte.

Una historia que te atrapa desde el principio para saber qué es lo que ocurre y el por qué de esa persona en el hospital y que se resuelve con un final de giro sorprendente y que hace que todo encaje en su sitio. Las referencias musicales y a lugares míticos de Barcelona le dan un sabor especial.

Bueno.

¿Academia de las Artes y las Ciencias de la Música? ¿Era posible reducir la creación artística a mera fórmula matemática? A la vista de lo que sucedía en las listas de éxitos y las nominaciones para los premios del día siguiente, muchos debían pensar que sí.
Para algunos, la música que le gustaba a Ramón Lio-pis (o parte de ella) era puro ruido incomprensible, y sin embargo para él era uno de los aspectos más importantes de su vida. Y él solía despreciar las bobaliconas y fáciles composiciones que solían escalar hasta los primeros puestos de las listas de ventas. No era justo ni injusto en sí mismo. Era.
Y Ramón Llopis tenía un cierto nombre. Sabía que había muchas personas que leían sus artículos, que los buscaban en las páginas de la revista. Personas para las que su opinión contaba, que se fiaban de sus juicios, que leían sus críticas para hacerse una idea de cómo había ido un concierto o cómo podía sonar un disco recién publicado. Tenía una especie de pacto tácito con esas personas. La palabra ética le resultaba demasiado rimbombante, pero algo de eso había. No podía escribir mentiras, todo lo más maquillar algo sus apreciaciones. Pero mentir no.
—Sí, es prejuzgar —dijo, sonriendo—. Pero este negocio es así. A mí no me gusta el tipo de música sobre la cual giran estos premios. No lo puedo evitar.
—Entonces, ¿por qué Alfons te ha mandado a ti y no a otra persona?
—Supongo que porque se fía de mi criterio, y quiere un artículo jocoso y divertido. Y él sabe que yo, si me pongo, tengo muy mala baba. Además, también he de ver a una persona que asistirá a los premios.
56
En los espectaculares ojos de Ania apareció un destello de malicia.
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—Vaya —dijo—, ¿tienes una cita clandestina o algo i ,i? Y yo sin enterarme ni olerme nada. Qué calladito te lo tenías.
—No, no es eso. He de ver a Jaime Urrusabeitia, un conocido de Alfons. Tengo que pasarle unos artículos míos y hablar con él de un asunto.
—¿Jaime Urrusabeitia? Me suena. ¿Es un productor o .tlgiin ejecutivo de una discogràfica?
—Es el director de la gira de Imperius Rex. Se va a desplazar expresamente para asistir a la entrega de los premios.
—Vaya. ¿Y cuál es ese asunto que tienes que tratar con él?
—Quiero hacerle una entrevista a Román Vaz. De hecho, hace tiempo que voy detrás de ello, y Alfons ha hecho algunas gestiones de vez en cuando. Lo de Urrusabeitia es para intentar otra vía. Si le convenzo a él, es posible que él pueda convencer a Vaz. Al menos, ése es el plan.
Ania recogió sus cacharros y los guardó en una bolsa de lona.
—Bueno —dijo—, esto se pone interesante. Te propongo un trato. Yo te echo una mano con Urrusabeitia y, a cambio, si consigues la entrevista, me llevas a mí para hacer las fotografías.
—¿Una mano? ¿Qué quieres decir? —preguntó Llo-pis, sorprendido.
—No te preocupes, hombre —contestó ella, riendo—. Ya soy mayorcita. Me refiero a ponértelo a punto de caramelo, a distraerlo lo necesario como para que se sienta… ahhhhh… predispuesto a escucharte. ¿Qué dices?

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