Oscar Alberto Álvarez y Eloi. Troski.

julio 22, 2024

Oscar Alberto Álvarez y Eloi, Troski
Avant, 2023. 162 páginas.

Un mendigo recibe una bolsa con una gran cantidad de dinero. ¿Quién le ha entregado el dinero y por qué? Reconvertido en un detective un tanto estrafalario se dedicará a averiguar quién ha sido el misterioso donante, que puede ser que esté relacionado con su pasado de activista político.

Una novela negra de factura impecable que desarrolla una trama atípica. Aquí no intentamos averiguar ningún crimen, sino quién está detrás de un gesto que te puede cambiar la vida, aunque no necesariamente a mejor. Muy cuidado el lenguaje barriobajero del protagonista, y con una trama pasa páginas que hace que se lea en un suspiro.

Bueno.

Ha sido guardaespaldas, mercenario, asesino a sueldo y, en tiempos de paz, gigoló muy solicitado, entre otros respetables empleos. La historia de su vida podría conocerse por los tatuajes que cubren de arriba abajo su cuerpo, siempre y cuando se tuviera a mano a un experto en jeroglíficos. Desde hace tiempo se deja ver entre los mendigos y muchos sobreviven gracias a él porque en realidad su ocupación principal es vender coca a algunos ricachos de la zona alta, por mediación de antiguos contactos. Por supuesto, intocable para la policía. Quizá sea la clase de tipo cuya muerte haría decir a más de uno que el mundo se ha convertido en un lugar mejor, pero Max lo sigue viendo como un oasis de autenticidad en un desierto de hipocresía, a pesar de todo. Y de lo que está seguro es de que Oliverio nunca ha hecho daño a nadie que no fuera un hijo de perra.
—¿Sigue tu sobrina trabajando en el mismo sitio? —pregunta Max.
—Sigue y seguirá mientras yo le pueda pasar buena blanca a su jefe. O mientras su madre no se entere de cómo ha conseguido el trabajo.
—¿Podría hablar con ella?
—¿Podrías hablar antes conmigo?
A pesar de la confianza que se tienen, Max ha pensado mientras venía en la posibilidad de explicarle a su amigo un cuento creíble en lugar de la inverosímil verdad. La tontería le ha durado cinco pasos. Oliverio detecta una mentira más rápido que un cerdo una trufa. Podría emplearse como polígrafo en una comisaría. Además, en cuanto a estar metido en fregados extraños se llevaría el primer premio. Y el segundo. Y el tercero.
—Así que de ahí ha salido este sarao, ¿eh? No me gusta tu historia, Max. No me gusta ni un pelo.
—Te aseguro que solo cjuiero saber quién es. Si no lo conozco de nada, la historia que tan poco te gusta se acaba ahí.
—¿Y si resulta que lo conoces?
—En ese caso, ¿qué puede ocurrir? Si ha querido ayudarme al verme en esta situación, ¿para qué va a querer jodernos después?
—Para nada, supongo, a no ser que quiera mantener su identidad en secreto. Y si no fuera así, él mismo te habría dicho de qué te conoce, ¿no te parece?
—¿Y si vamos paso a paso? Primero descubrimos quién es y luego… ya veremos. Y, por supuesto, a tu sobrina le pagaré el trabajo.

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