Miguel Mihura escribió, en 1932, la comedia Tres sombreros de copa, que fue una renovación del género teatral y que se considera una muestra de lo que más tarde sería el teatro del absurdo. Fue una obra admirada por, entre otros, Ionesco. Pero el propio autor renegó del estilo y de las vanguardias teatrales. Algo así como si Picasso, después de pintar Las señoritas de Avinyó, se hubiera dedicado al retrato y los paisajes.
Algunas de sus obras siguientes incorporan momentos de ese humor absurdo marca del autor y que popularizó en La codorniz. Para la actriz Maritza Caballero escribe en 1959 la obra Maribel y la extraña familia donde consigue construir una comedia con un trasfondo tierno y trágico que eleva su calidad por encima del mero producto. La transformación de Maribel, los elementos extraños que aportan el humor absurdo y un cierto halo de misterio, conforman una excelente obra de teatro. En el prólogo el autor afirma que el germen de la historia está en una anécdota personal. Se dirigía a su piso con una golfita (sic) cuando ésta le preguntó ‘¿Vives solo?’ y Mihura, con su retranca le contestó ‘No, vivo con mi tía’. Se apuntó la idea y funcionó muy bien.
Ambas obras, Tres sombreros de copa y Maribel y la extraña familia son muy buenas. El resto de obras que aquí aparecen, que incluyen todas las que representó, algunas inéditas y diversos prólogos y comentarios del autor (en una edición completísima) no están a la altura. Mihura fue un autor de éxito, que escribió para el público, que cobró sus buenas pesetas cuando se adaptaron los guiones al cine, y que no debió vivir bastante mal. Pero todas estas obras han envejecido terriblemente mal. Personalmente he sufrido leyendo las más de 1600 páginas de este volumen, y si he llegado hasta el final ha sido más por cabezonería que por la calidad de las mismas.
Por comparar, un autor como Jardiel Poncela, aún siendo desigual en su producción, tiene obras que han envejecido bastante bien. No puedo aconsejar la lectura de este tomo salvo a personas que quieran estudiar la obra del autor. Al resto les aconsejo leer las dos obras recomendadas y, en todo caso, Ninette o algunas de las primeras como ¡Viva lo imposible!. El resto son perfectamente olvidables.
Maribel:
Bueno, tú… ¿Pero qué es esto? ¿Un museo o qué?
Marcelino:
No. No es ningún museo… Es mi casa… Bueno, mejor dicho… Yo vivo aquí ahora.
Maribel:
Pues hijo… Podíamos haber ido a cualquier otro lado…
Marcelino:
¿Y a qué otro lado podríamos haber ido?
Maribel:
Bueno… ¡pues que no conozco yo sitios mejores! Incluso en mi pensión me dejan recibir a algún amigo… En plan discreto, ¿eh? No vayas a pensar… Y mi pensión es mucho más alegre… ¡Menuda habitación tengo yo ahora que han puesto cortinas de cretona en la ventana!… De ésas de flores, ¿sabes? Y a base de limpio, no creas… Yo pensé que vivías en un departamento… ¡Pero qué burrada! ¡Qué de chismarracos!… ¡Jolín! ¡Pero si hay hasta un loro!
Marcelino:
No es un loro. Es una cotorra. Se llama Susana.
Maribel:
¿Susana? ¿No te digo? Oye, tú… A mí esta casa no me gusta nada. De verdad, guapo…
Marcelino:
¿Pero por qué?
Maribel:
No sé. Que no me encuentro a gusto… Que me da un poco de miedo tanto cuadro y tanto pajarraco. (Mira uno de los cuadros que hay en la pared.) ¿Quién es este señor de los bigotes?
Marcelino:
Mi abuelo materno.
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