Editorial Anagrama (compactos), 2005. 432 páginas.
Tit. Or. Yellow dog. Trad. Javier Calzada.
Ya llevo unas cuantas reseñas de Amis en el cuchitril. Es uno de mis escritores preferidos y aunque sus últimas obras me gustan menos que las antiguas (esto, que pasa frecuentemente en literatura y música, sólo quiere decir dos cosas: o el autor está perdiendo fuelle, o el lector se está anquilosando) siempre es un placer leerlo.
Al protagonista, el actor y escritor Xan Meo, le dan una paliza aparentemente sin comerlo ni beberlo. Un golpe en la cabeza le cambia el carácter; su sexualidad se desboca e incluso toma tintes pederásticos. Su manera de ser se transforma también y pasa a ser alguien desagradable. Alrededor, otros personajes -que incluyen al rey de inglaterra- viven sus propias tramas.
No creo que sea uno de sus mejores libros, pero la prosa está a la altura y la galería de personajes tan excéntrica como siempre. El tema del libro es la paternidad, algo que Amis ya había tratado en otros libros pero desde el punto de vista del hijo. Ahora es padre.
Destacable el personaje Clint Smoke, periodista de prensa amarilla obsesionado por el escaso tamaño de su pene (prácticamente no se nota que Amis ha sufrido mucho por culpa de este tipo de prensa) y las aventuras de la realeza con un final sorprendente que no quiero desvelar, pero que deja clara la postura del autor al respecto. Y no nos olvidemos de las aventuras de los personajes de los bajos fondos, de una crudeza casi increíble.
Extracto:[-]
-En los dos últimos años, Ainsley Car y el Morning Lark han gozado de una relación especial -decía Clint Smoker-. ¿No es un hecho?
Ainsley no lo negó. Durante sus años en la cumbre se había sincerado con una serie de diarios de gran circulación acerca de sus juergas y sus programas de desintoxicación, sus accidentes de coche debidos a la embriaguez, los hoteluchos que frecuentaba y las jóvenes aspirantes a estrella que se tiraba. Pero eso ocurría en los tiempos en que, con una simple finta de su hombro y un regate con su bota, Ainsley podía herir a toda una nación al mismo tiempo que exaltaba a la suya. Pero ya no estaba en su mano hacerlo. Ahora hasta sus actos condenables eran nimiedades.
-En la vida de todo atleta -estaba diciendo Smoker en voz alta y aparentemente objetiva- llega un punto en que tiene que darse cuenta de sus limitaciones y considerar la seguridad financiera de su familia. Tú has llegado a ese punto…, o eso es lo que nos parece en el Lark.
No…, ya no podía seguir haciéndolo; no en el campo, al menos. En su anterior condición, Ainsley era un futbolista por todos los poros; incluso cuando aparecía de esmoquin, en alguna ceremonia de entrega de premios…, si se daba la vuelta, uno hubiera esperado ver su nombre y su número cosidos en su espalda. Pelirrojo, ojos pequeños, la boca abierta… En el dialecto del clan, era escurridizo (es decir, de baja estatura) y combativo (es decir, marrullero), pero poseía indudablemente un cerebro futbolístico. No tenía un espíritu
Itivado o educado…, pero su pie derecho lo estaba con creces Luego al muchacho todo le salió mal. Aún conservaba su agresividad, pero había perdido todos sus reflejos. Ahora, habitualmente, Ainsley era retirado en camilla del terreno de ¡uego antes de que el balón hubiera salido del círculo central: lesionado al intentar lesionar a un contrario (o a un compañero del propio equipo, o al arbitro). La entrevista en profundidad más reciente que le había hecho el Lark hablaba del «momento de locura» que se había apoderado de él en un encuentro benéfico, cuando, apenas comenzaban a apagarse las vibraciones del silbato inicial, Ainsley cargó violentamente contra Sir Bobby Miles, el ex extremo del equipo de Inglaterra (que a la sazón contaba sesenta y seis años de edad): fractura de pierna para cada uno.
-Me quedan años, hombre -dijo Ainsley amenazadoramente-. ¿Sabes dónde tengo lo que me permite aguantar el ritmo? -Y se dio dos golpecitos en la sien-. Aquí. Esto sigue funcionándome. Aún lo tengo en condiciones.
-Seamos realistas, Ains… Ya no volverás a vestir la camiseta de Gales. Te queda un año en primera división, y te lo pasarás en el banquillo. No te renovarán. Tendrás que bajar de categoría. Y en un par de temporadas te estarán haciendo trizas en tercera división.
-Yo no tengo madera de suplente, hombre. Y no pienso jugar para un cochino equipo de tercera. ¿Sabes quién se interesa por mí? ¡La Juventus, nada menos!
-¿La Juventus? Debe de ser por tus recetas de pasta
3 comentarios
Has leído lo que cuenta Enric González en Historias de Londres sobre los Amis, padre e hijo? Merece la pena. Un abrazo
Me lo apunto, y ya lo he localizado en la biblioteca.
Les recomindo la lectura de Perro Callejero, no tiene desperdicio.