Caja negra, 2018. 154 páginas.
Tit. or. Capitalist realism: is there o alternative? Trad. Claudio Iglesias.
Ensayo acerca del Realismo capitalista, la sensación de que entre los sistemas económicos el que ha triunfado es el capitalismo y no tenemos ninguna otra alternativa. Como dice la frase con la que empieza el libro (atribuida a varios autores):
Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo
Avanzo que es un libro que me ha hecho pensar en muchísimas cosas y que, a pesar del abuso de jerga postmodernista y psicoanalista, diagnostica muy bien los males de nuestra época y apunta las causas de muchos de los problemas que nos aquejan.
Empezando por cómo el mercado devora todo lo que se le pone por delante, incluso, como comenté en otra reseña de un libro, la contracultura y la rebeldía. El caso más sangrante fue el de Nirvana:
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global».[2] En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
Vivimos en un mundo en el que el consumidor es el centro, pero no como sujeto con sus propias necesidades, sino como buscador de un placer que debemos tener de inmediato, lo que es un gran problema:
Muchos de los jóvenes a los que he enseñado se encontraban en lo que llamaría un estado de hedonia depresiva. Usualmente, la depresión se caracteriza por la anhedonia, mientras que el cuadro al que me refiero no se constituye tanto por la incapacidad para sentir placer como por la incapacidad para hacer cualquier cosa que no sea buscar placer. Queda la sensación de que efectivamente «algo más hace falta», pero no se piensa que este disfrute misterioso y faltante solo podría encontrarse más allá del principio del placer.
Consumimos en una carrera sin freno para obtener placer pero no construímos ese algo más que nos permitiría una vida más plena.
Paradójicamente el capitalismo reproduce algunas de las peores cosas del estalinismo, como una burocracia aplastante, un control férreo sobre los empleados y unos sistemas de evaluación que lo único que consiguen es que los empleados den más importancia a pasar bien las evaluaciones que al propio trabajo:
Según un estudio antropológico efectuado sobre la administración a nivel local en el Reino Unido, «se hace más esfuerzo por asegurar que los servicios ofrecidos por la autoridad local sean representados correctamente que por mejorar concretamente dichos servicios». Esta inversión de las prioridades es uno de los principales síntomas de un sistema que, sin hipérbole alguna, puede caracterizarse de «estalinismo de mercado».
Esto lo he vivido yo en primera persona, cuando pesa más que entregues los papeles correctos, cada vez más abundantes, a que estés haciendo bien tu trabajo.
El énfasis en el consumo provoca que la cultura sea cada vez más conformista, más uniforme y cause menos retos al espectador:
Fueron servicios públicos como la BBC y Channel 4, después de todo, los que me provocaron confusión y disfrute con productos como El topo, con Pinter y Tarkovsky. Fue la BBC la encargada de financiar la vanguardia popular del Radiophonie Workshop [Taller Radiofónico] y la que llevó la experimentación sónica a la vida cotidiana. Estas innovaciones resultan impensables una vez que el público es reemplazado por el consumidor.
Si ya no tenemos público, sino que tenemos consumidores y nuestro objetivo no es producir contenido de interés, sino los índices de audiencia, los clicks, las impresiones, estamos caminando hacia la ruina.
¿Hay solución? Este libro no la da, aunque anima a que la izquierda la busque y la encuentre. Estoy de acuerdo.
Muy bueno.
2 comentarios
Excelente reseña. La lectura de este libro, hace un par de años, me impactó profundamente, diría que se trata de un análisis descarnado y brutal del mundo en que nos toco vivir, donde el único consuelo que nos queda es haber entendido un poco más de la maquinaria que nos despedaza. Saludos cordiales y mi agradecimiento por mantener un blog tan interesante
Gracias a ti por visitarlo y comentar.