Editorial Horsori, 2007. 158 páginas.
Vivimos en un mundo cambiante; por un lado la estructura de la sociedad es diferente a la de hace cincuenta años, por otro, la ciencia avanza cada vez más. Todo esto, que debería significar progreso, en muchas ocasiones lo que nos provoca es confusión.
Un ejemplo lo tenemos en la educación de los niños. Tradicionalmente había un cuerpo de conocimiento que se transmitía de madres a hijas. La madre era la que se ocupaba casi en exclusiva del cuidado de los hijos. Ahora, no sólo hay una ruptura en esa transmisión de conocimientos, sino que la incorporación de las mujeres en el mercado laboral hace que sean los dos miembros de la pareja los que deban ocuparse de estas tareas. Pero los niños no vienen con manual de instrucciones y lo normal es que padres y madres se encuentren un poco perdidos.
Sin embargo cada vez se conoce más cómo es el proceso de aprendizaje de los infantes; cómo adquieren los conocimientos, cuales son los estímulos adecuados para cada edad, y cómo diagnosticar si un niño tiene problemas. Proporcionar esta información a padres y educadores es el objetivo de este libro.
Está estructurado en tres partes: Necesidades educativas de 0 a 3 años, dónde desglosa qué le hace falta a un niño para cada tipo de desarrollo (sensorial, motriz…). Los cimientos de una buena educación, dónde se hace hincapié en la importancia de la educación en estas edades tan tempranas y como identificar a niños de alto riesgo. La continuidad familia-escuela explica la importancia de que la educación se de tanto en la familia como en la escuela e incluye consejos útiles para favorecer la comunicación con los niños.
La autora es una psicóloga infantil con muchos años de experiencia en campos como la estimulación temprana o trastornos de déficit de atención y es la primera vez que se publica un libro de este estilo centrado en los primeros años de vida del niño.
Explicado con un lenguaje ameno y accesible para no expertos, proporciona una imprescindible guía para todas aquellas personas que viven y trabajan con niños. Padres en ciernes, no lo dejen escapar.
Escuchando: Toorradetes de Santa Teresa. Guillamino + Pedrals.
Extracto:[-]
De 1 a 2 años
Cuando el desarrollo del niño transcurre sin ningún tipo de alteración, al llegar a los 12 meses debería consolidar la marcha bípeda, la que le proporciona un mayor intercambio con el medio, posibilitándole enfrentarse a éste con una mayor independencia. En este proceso de intercambio, se enriquece la actividad con los objetos produciéndose la asimilación de la lengua materna.
Estos dos logros del desarrollo que alcanza el niño en esta segunda etapa de su vida: el dominio de la marcha y el desarrollo del lenguaje, le permiten la ejecución de los movimientos con una participación más activa de su pensamiento. Esto se debe a que el nivel cognitivo de desarrollo en estas edades, permite que los niños hagan más efectivas sus acciones por medio de las representaciones sensoriales, por ejemplo: cuando el niño salta, lo hace pensando en el animal que conoce. A esta edad, la tarea motriz se puede sugerir mediante la representación de objetos, animales conocidos, elementos de la naturaleza, relatos de cuentos, cantos y rimas.
A medida que avanzan en este grupo de edad, las respuestas motrices se relacionan cada vez más con el cuerpo y el espacio donde el niño se mueve. Por ejemplo, si se le pregunta al niño, dónde están las manos, él es capaz de mostrarlas y realizar determinado movimiento que puede o no, ser sugerido por el adulto.
En el desarrollo motor del niño de 1 a 2 años, se incorporarán habilidades primarias que permitirán la ejecución de movimientos cada vez más complejos. A partir de la marcha, surgen los primeros intentos de carrera, y en la medida que aumenta la fase de vuelo de la carrera, aparece el salto.
La actividad motriz del pequeño se torna más activa e independiente. Las informaciones que el niño adquiere en torno al conocimiento y manejo de su cuerpo, y a los desplazamientos en el espacio, hacen que pueda apropiarse progresivamente de las vivencias necesarias para avanzar en su desarrollo.
Se podría afirmar que la motricidad evoluciona de la siguiente manera:
• Al año de edad, puede apreciarse en el niño la marcha en una sola dirección, con movimientos coordinados de brazos y piernas. Son capaces de caminar por tablas anchas o sendas separadas a nivel del suelo y, al final del año, por líneas trazadas en el mismo.
• Estos pequeños son capaces de manipular los objetos antes de lanzarlos al frente y en dirección hacia abajo. Estos lanzamientos los realizan sin orientación.
• El éxito de caminar sustituye al gatear; no obstante, en muchas ocasiones, realizan desplazamientos en forma de gateo para alcanzar objetos a nivel del suelo y, otras veces, lo realizan para subir y bajar los obstáculos de pequeña altura.
4 comentarios
Padre responsable… la mayoría como mucho compraríamos esos libros y nunca los leeríamos. Pero como tú lo lees todo :D.
En este caso lo he leído por dos razones -ya te lo explicaré- 🙂
SI ES DE JOSE, TIENE QUE SER BUENO 🙂
Lo es.