Temas de hoy, 1990. 414 páginas.
Los que no llegamos a conocer el periódico El caso tuvimos la suerte de ver la figura de Margarita Landi, acompañada de su pipa, en diferentes programas de crímenes que se emitían a altas horas en televisión. Cosas de la vida de estudiantes.
Margarita compaginaba los artículos de la alta sociedad con sus incursiones en la BIC (Brigada de Investigación Criminal). Debía ser todo un personaje. Y no lo sé porque aunque pensaba que serían unas memorias son, como dicen en el epílogo, el repaso a muchos de sus casos criminales. Que aquí no tenemos los tiroteos que tienen en los Estados Unidos, pero también tenemos nuestra cuota de criminales, e incluso algún que otro asesino en serie, como el Arropiero.
Me hubiera gustado más saber cosas de su vida y de cómo lo llevó siendo mujer para hablar con la policía en unos momentos en los que este país era machista hasta el tuétano. Más que los crímenes me hubiera gustado conocer detalles del making of. Por desgracia no es así y al final el libro se me hizo un poco cansino.
Pero en general ha sido una lectura curiosa -el retrato de época es de traca- y estimulante. Por ejemplo, el nivel de pobreza era tal que:
Se sabía que pernoctaba tras las caballerizas del Palacio Real, y allí nos dirigimos a las dos de la madrugada para «pillarle encamao», o sea, durmiendo.
No vimos, tras las caballerizas, ninguna casa, caseta o chabola, por lo que fue preciso preguntar al sereno. Al explicarle cómo era el muchacho que se buscaba, dijo:
—¡Ah sí, ése es el Gusano!… Duerme allí —y señaló con el dedo una gran piedra que había en el suelo, añadiendo—: Vengan conmigo y lo verán.
Nos encaminamos hacia la piedra, que levantaron entre los dos policías y el sereno. La sorpresa fue tremenda: el Gusano estaba allí, durmiendo en un agujero profundo, ¡de pie!… No podíamos creerlo y lo estábamos viendo: ¿cómo era posible que un chico que ganaba un jornal y, además, robaba, no pudiera pagarse una cama, aunque fuera en una humilde casa de huéspedes? Pues lo era y allí lo teníamos.
El Gusano, tras ser despertado a hora tan intempestiva, salió a la superficie ayudado por las manos de los policías que le metieron en el coche para trasladarle a las dependencias de la Brigada Criminal.
La homosexualidad tenía que vivirse en la más absoluta clandestinidad y, por consiguiente, se convertía en una actividad peligrosa:
Lo que se sospechaba, con fundamento, era que la motivación del crimen se debía a las actividades homosexuales de la víctima, que suelen ser altamente peligrosas. Innumerables son los ejemplos que podría ofrecer sobre homosexuales asesinados brutalmente, salvajemente, por sádicos, psicópatas, degenerados y similares, así como por sus propios amantes y por motivos pasionales simplemente. Esta clase de crímenes, en casi todos los casos, suele presentar grandes dificultades para quienes realizan la investigación, derivadas de las especiales circunstancias en las que se envuelven las vidas de sus protagonistas, en su mayoría sumamente discretos en lo que atañe a su intimidad; por ello no debe extrañar que en muchos casos, a pesar de una perfecta investigación policial —como me consta que se realizó en este caso— pasen semanas, meses y años antes de que el autor sea detenido o, incluso, que no pueda serlo jamás.
Una lectura truculenta pero ilustrativa. Bueno.
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