Editorial Tusquets, 1995, 1999, 2001, 2004. 180 páginas.
El primer libro de Luis Sepúlveda fue Mundo del fin del mundo. No sabía que el autor era famoso, lo leí porque lo editaba Tusquets y no me gustó nada. Después leí su famosa novela El viejo que leía novelas de amor, que es bastante mejor, pero que a mí me pareció por debajo de su publicidad.
Pero nadie se puede resistir a que le regalen un libro dedicado con sello de la ciudad de Ushuaia, la más austral del planeta. Patagonia Express es la historia de un viaje, un viaje interminable entre la tierra del fuego, el amazonas, andalucía… la historia de esa ruta personal que es la vida.
En ocasiones me ha recordado a Pérez-Reverte -y no para bien- con ese aire de personas de que han vivido de todo, mitad chulo, mitad cínico. Incluso hay una referencia a la Moleskine, ahora tan cool:
Recuerdo todo esto mientras espero sentado sobre un barril de vino, frente al mar, en el sur del mundo, y tomo notas en una libreta de hojas cuadriculadas que Bruce me obsequió justamente para este viaje. Y no se trata de una libreta cualquiera. Es una pieza de museo, una auténtica Mo-leskín, tan apreciada por escritores como Céline o Hemingway, y que ya no se encuentran en las papelerías. Bruce sugirió que antes de usarla hiciera como él: primero numerar las hojas, luego anotar en la contratapa por lo menos dos direcciones en el mundo y, finalmente, prometer una recompensa a quien devolviera la libreta en caso de pérdida. Cuando le comenté que todo eso me parecía demasiado inglés, Bruce respondió que, justamente gracias a esa clase de medidas de precaución, los ingleses conservan la ilusión de ser un imperio; en cada colonia grabaron a sangre y fuego la idea de la pertenencia a Inglaterra y, cuando las perdieron, a cambio de una pequeña recompensa económica, las recuperaron bajo el eufemismo de la Comunidad Británica de Naciones.
Las Moleskín provenían de las manos de un artesano encuadernador de Tours cuya familia venía fabricándolas desde comienzos de siglo, pero, una vez muerto el artesano, ninguno de sus descendientes quiso continuar con la tradición. Nadie debe lamentarse por ello. Son las reglas del juego impuestas por una pretendida modernidad que día a día va eliminando ritos, costumbres y detalles que muy pronto recordaremos con nostalgia.
Seguro que ahora ya no las utiliza 🙂 .
Autobiográfica y sincera, de momento es el libro que más me ha gustado del autor. Los personajes que aparecen conforman una fauna curiosa y atractiva. Lo confieso; el final del libro consiguió enternecerme. Éste, lo recomiendo, pero con el resto de su producción, tengan cuidado.
Escuchando: Heaven’s In Your Eyes. Louis Eliot.
Extracto:[-]
Un día de junio de 1976 se acabó el viaje a ninguna parte. Gracias a las gestiones de Amnistía Internacional salí de la cárcel, y aunque rapado y con veinte kilos menos, me llené los pulmones con el aire denso de una libertad limitada por el miedo a perderla nuevamente. Muchos de los compañeros que quedaron dentro fueron asesinados por los militares. Mi gran orgullo es saber que no olvido ni perdono a sus verdugos. He obtenido muchas y bellas satisfacciones en mi vida, pero ninguna se compara con la alegría que da abrir una botella de vino al saber que alguno de esos criminales fue ametrallado en una calle. Entonces levanto la copa y digo: «Un hijo de puta menos, ¡viva la vida!».
A algunos de mis compañeros que sobrevivieron los he encontrado por el mundo, a otros no los volví a ver, pero todos ocupan un lugar de preferencia en mis recuerdos.
Un día, a fines de 1985, en un bar de Valencia me topé sorpresivamente con Gálvez. Me contó que vivía en Italia, en Milán, que tenía la nacionalidad italiana y cuatro bellísimas hijas, todas italianas. Luego del abrazo largo y llorado nos largamos a charlar de los viejos tiempos, y naturalmente que la gallina fue parte del tema.
—Que en paz descanse —dijo Gálvez—. Fui el último de los antiguos que salió en libertad, a finales del setenta y ocho, y la llevé conmigo. Vivió feliz y gorda en mi casa de Los Angeles hasta que murió de vieja. Está enterrada en el jardín bajo una lápida que dice: «Aquí yace Dulcinea, señora de caballeros imposibles, emperatriz de ninguna parte».
8 comentarios
Qué leer y por qué
Corren malos tiempos para elegir qué leer, en el seno de un mundo fascinado por el vacío de una realidad transformada en espectáculo. No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial para que leamos. A la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontraremos algo auténtico, algo que nos haga más humanos? Leer bien es uno de los mayores placeres y muy saludable espiritualmente. Es por eso que quiero compartir con todos Uds. los escritos de el blog Albas Literarias http://www.albaverafigueroa.com
Sara, si quieres hacer publicidad de tu página, no debes ser tan directa.
Es cierto en parte. Disculpa. Por otro lado no es mi página, yo solamente funciono como amiga de una persona que estimo bastante como escritora.
Me parece que tu no entiendes a Luis Sepúlveda, tus comentarios sobre su obra que ha inspirado una generacion completa no son nada objetivos, y pues es una lastima que alguien escriba cosas asi de escritores solo movido por la envidia porque aunque te pese el es genial y ha vivido una vida intensa que ya quisieras tu, que solo te dedicas a criticar sin ton ni son.
Francamente das asco
y si este es un asqueroso cuchitril … nada interesante
Puede ser que no entienda a Luis Sepúlveda y ningún comentario es totalmente objetivo, pero no creo que esta reseña sea especialmente subjetiva.
Me sorprende lo mucho que achaca la gente a la envidia mis -escasos- comentarios negativos. Más de una vez he dicho que no soy escritor y por lo tanto ¿envidia de qué?
Ni me pesa ni me deja de pesar que usted lo considere genial, y aplaudo su capacidad de inspirar a toda una generación, pero como lector creo que tengo el derecho a que no me guste y a dar mi opinión al respecto. Menos mal que el libro me gustó y no lo pongo mal del todo, si hubiera tenido que reseñar Mundo del fin del mundo -que me pareció malo con correa- igual le explota una vena.
La vida que he tenido es poco más o menos la que he querido. En un nivel más doméstico también ha sido bastante intensa. Incluso ahora que he sentado la cabeza todavía disfruto de vivir cada día. No la cambiaba por la de Luis Sepúlveda, se lo aseguro.
Me ha pillado: critico sin ton. Pero sí con son. Me gusta mucho la música cubana y más de una crítica ha estado acompañada del cante de un buen sonero.
Para terminar, si doy asco o este cuchitril es asqueroso la solución es sencilla: no pasarse por aquí. No se sulfure tanto, que este escritor no se lo merece.
Luis Sepúlveda estara en casa america el 18 de sept deberia usted ir, para saber la valia de un autor que llega al publico de una manera especial, este escritor se merece mi sulfuracion y todo lo que requiera, en cuanto a la envidia, si no eres escritor peor me lo pones porque criticas sin conocimiento alguno de la escritura, cuando seas capaz de hacer algo mejor ven y critica, si no quedate calladito porque asi estas mejor.
Supone que vivimos en la misma iudad, lo que es mucho suponer. Pero aunque así fuera tengo mejores cosas en las que perder el tiempo que ver a un escritor de segunda con ínfulas mesiánicas. Pero si usted va pregúntele si sigue usando moleskine, que tengo curiosidad.
Empieza a aburrirme el tema de cuando seas capaz de hacer algo mejor ven y critica, si no quedate calladito. Si leyera escritores de más enjundia se daría cuenta de lo insustancial de ese argumento. Le hago una dramatización para que lo entienda mejor:
¿Qué te ha parecido el libro que te presté?
Me ha parecido una mierda pinchada en un palo y más aburrido que un desfile de caracoles, pero como no soy escritor no puedo decirlo. Cuando publique un libro me darán permiso, pero entonces me dirán que es envidia.
No hace falta ser cocinero para saber cuando una comida apesta.
bueno y esta wea es para pelear o para comentar el libro… weones no mas