Editorial Laetoli, 2008. 160 páginas.
La colección ¡Vaya Timo! se dedica a dar argumentos racionales para desmontar creencias que suelen ser tan populares como falsas. Pero hay casos en los que es difícil tomarse en serio determinadas creencias. Que los extraterrestres hayan estado secuestrando e incluso teniendo relaciones sexuales con seres humanos es un plato difícil de tragar.
Aún así hay gente que lo cree y muchos que viven de eso. Pero el autor tira por el lado más desmitificador, sin llegar a tomarse en serio las declaraciones de los abducidos. Consigue con esto un libro bastante más ameno que la media, gracias a la ausencia de didactismo que impregna otros libros de esta colección.
¿Debemos ignorar a los abducidos? No, claro está, pero no son los investigadores de lo paranormal los que tienen que dedicarse a sus casos, sino los psiquiatras. No hace falta tener dos dedos de frente para darse cuenta de que son personas que necesitan ayuda médica, y no ser pasto de los misteriólogos de turno.
Como se puede apreciar en los fragmentos que reproduzco al final, sí que hay gente que se interesa en el tema desde un punto de vista serio. Los folkloristas se dan cuenta de que este tipo de historias son un calco de las que en tiempos pretéritos se comentaban de duendes, hadas y demás criaturas fantásticas. Antes creías que te visitaba el diablo y te quemaban en la hoguera; hoy crees que te ha visitado un extraterrestre y ganas dinero en la televisión y escribiendo libros. Pero en el fondo la experiencia es la misma.
Calificación: Muy bueno.
Un día, un libro (298/365)
Extracto:[-]
En sus primeros doce años ha llegado a realizar no menos de 700 sesiones con más de 110 supuestos abducidos (una media de cinco sesiones por persona, clara muestra de su celo investigador). Se trata, además, de sesiones agotadoras de varias horas, en las que el Dr. Jacobs interroga minuciosa y repetidamente a sus víctimas. Ha llegado a realizar hasta 33 sesiones con algún sujeto, por lo que no es de extrañar que algunos hayan llegado a describir hasta 14 incidentes en un mes. Pero, claro está, «la primera regresión es casi siempre decepcionante. Se necesita más de una» para llegar a obtener detalles, según reconoció años más tarde.
Aunque sigue manteniendo sus ideas, el fracaso de sus pesimistas previsiones llevó al doctor Jacobs a intentar otra vía. En 2000 publicó un libro en el que reclutaba a los más conocidos nombres de la ufología norteamericana en un intento de llamar la atención de la ciencia, los intelectuales y los poderes públicos hacia el fenómeno de los ovnis y de las abducciones por alienígenas… pero sin aportar nada novedoso. El problema no está en que la Ciencia (así, con mayúsculas) no se interese por los ovnis o por las abducciones. Lo ha hecho, y lo está haciendo cada vez más desde campos tan diversos como el folklore, la historia y otras ciencias sociales; e incluso, puntualmente, desde ciencias físicas (como las hipótesis tectónicas o el debate SETI). Lo malo, según el punto de vista de Jacobs y compañía, es que no lo hace desde los presupuestos que admiten la presencia de inteligencias distintas a la humana sobre nuestro planeta.
Ante todo, una aclaración. Los folkloristas no son (sólo) quienes se dedican a estudiar el cancionero popular y las leyendas rurales, sino cualquier conocimiento recibido por vías tradicionales. Por esto no es de extrañar que el interés de algunos folkloristas por los platillos volantes se remonte a los años 50, aunque al principio fuesen sólo comentarios generales, sin entrar a fondo en el asunto. Los principales responsables del enfoque folklórico en el campo de la ufología fueron dos investigadores muy peculiares: el periodista John Keel y, muy especialmente, el informático Jacques Valleé, en su libro Pasaporte a Magonia (1969), quienes, sin descartar la realidad objetiva del fenómeno, rechazaban la HET (hipótesis extraterrestre) y defendían que la creencia moderna en los platillos volantes y sus ocupantes era idéntica —e imposible de distinguir— de las antiguas creencias en hadas, íncubos, súcubos, etc.
2 comentarios
Hay una película buenísima (y terrible también) de Gregg Araki que viene a colación de las abducciones extraterrestres y que encaja perfectamente con las conclusiones que menciona este libro. Se llama Mysterious Skin. Totalmente recomendada, aunque aviso que no es apta para espíritus impresionables.
Me lo apunto, la he encontrado en castellano.