No soy amigo de novedades y escaparates, prefiero husmear al azar entre puestos del mercado de San Antonio, o visitar librerías de viejo. No sólo por el precio, también porque se pueden encontrar aquellos libros que la siguiente novedad, el próximo best-seller ha devuelto al almacén, pero que merecen una oportunidad de ser leídos.
El artículo es viejo, pero aquí se guarda todo. De aquí: Igualdad de condiciones llegué aquí: Náufragos de Papel y por fin al origen: Náufragos de papel. Léanlo, que merece la pena:
En las librerías de viejo autores conocidos se dan la mano con autores que no aparecen nunca en los manuales de historia de la literatura ni se citan en las páginas de crítica de los suplementos literarios. Los libros editados en pequeñas editoriales de provincia se hablan de tú a tú con los libros editados en las grandes y poderosas editoriales. Todos a la par, apretujados entre sí, hermanados entre el polvo y el olvido, sin privilegios, sin distinciones, catalogados según el género literario al que pertenecen y un poco más. Si en las librerías convencionales se siguiera el mismo criterio de distribución y de ecuanimidad, otro gallo cantaría en el mundo de la literatura.
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