Anagrama, 2006. 162 págins.
Tit. or. Pan. Trad. Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo.
Después de merendarme la estupenda trilogía del vagabundo le toca el turno a este Pan, no tan grande como aquella pero escrita con la misma calidad de lenguaje.
Un teniente vive en una cabaña de las montañas, dedicado al ideal romántico de inmersión en la naturaleza. Se enamorará de una chica del pueblo, coqueta e inconstante. La cosa no acabará muy bien.
Hay varias cosas notables. La primera, la excelente prosa. Knut escribía muy bien -y es una pena sus simpatías por los nazis, que lo tienen algo sepultado- y su lenguaje es claro y muy moderno. Lo segundo, el juego de narradores; la novela se cuenta desde el punto de vista del teniente, que no es un narrador fiable. Pero se añade un epílogo de un compañero futuro del teniente que complementa la historia y que, a la vez, tampoco es un narrador fiable. Por último la trama que, bajo la apariencia de un doble triángulo amoroso, hace un retrato excelente de la sociedad.
Muy recomendable.
Un hombre me preguntó si ya no cazaba; no había oído ningún tiro procedente de las colinas, dijo, y llevaba ya dos días pescando en la ensenada. No, no había cazado, me quedé en la cabana hasta que se me acabó la comida.
El tercer día salí de caza. El bosque empezaba a verdear, olía a tierra y a árboles, y el cebollino asomaba ya por entre el musgo quemado por el hielo. Tenía la cabeza repleta de pensamientos y me senté en más de una ocasión. Durante tres días había visto a una sola persona, ese pescador con el que me había topado el día anterior. Pensé: Tal vez me encuentre con alguien esta noche al volver a casa al borde del bosque, donde me encontré la última vez con el doctor y la señorita Edvarda. Tal vez estuvieran paseando por allí, o tal vez no. Pero ¿por qué pensé precisamente en ellos dos? Maté un par de perdices blancas y preparé enseguida una de ellas para la comida, luego até a Esopo.
Comí tumbado en el suelo seco. Todo estaba en silencio, salvo un suave murmullo del viento y algún que otro canto de pájaro. Tumbado contemplé las ramas que se mecían suavemente con la brisa, el escaso viento estaba ocupado en sus quehaceres, llevando el polen de rama en rama, llenando cada inocente cica-
triz; el bosque entero estaba embriagado. Un gusano verde, una larva, repta infatigable por una rama, como si fuera incapaz de descansar. Apenas ve aunque tiene ojos, a menudo se endereza para tantear el aire en busca de algo en que apoyarse; parece una hebra de hilo verde cosiendo una costura con lentos puntos sobre la rama. A la hora de cenar tal vez hubiera llegado a donde se dirigía.
Siempre silencioso. Me levanto y ando, me siento y vuelvo a levantarme. Serán las cuatro de la tarde, cuando sean las seis me iré a casa a ver si me encuentro con alguien. Me quedan dos horas y ya estoy intranquilo, me quito brezo y musgo de la ropa. Conozco los lugares por los que paso; siguen allí, en soledad, los árboles y las piedras, y las hojas secas crujen bajo mis pies. El monótono murmullo de los árboles y piedras que tan familiares me resultan me supera, me lleno de una extraña gratitud, todo entra en comunión conmigo, se funde conmigo, amo todo. Cojo una rama seca, la sostengo en la mano y la miro pensando en mis cosas, la rama está más bien podrida, me impresiona su pobre corteza, un sentimiento de compasión me recorre el corazón. Y cuando me levanto y echo a andar no tiro la rama, sino que la dejo en el suelo con cariño; al final la miro por última vez con los ojos humedecidos antes de abandonarla.
6 comentarios
Por qué cuando habla de Hamsun o de Celine, grandes escritores, se habla de sus simpatias nazis y no se dice nada de las simpatias comunistas de Neruda o Sartre (buen poeta uno y un gran intelectual el otro) cuando se habla de ellos, siendo asi que el comunismo ha matado a más gente que el nazismo? Por qué se tolera esta infame hipocresía?
En el texto comento las simpatías de Hamsun por los nazis no para desmerecerlo, sino como una posible explicación de que un autor de tanta calidad literaria esté bastante olvidado. Personalmente ante la obra me da igual como fuera el autor.
Respecto a la comparación nazismo-comunismo tendríamos mucho que hablar. Pero mientras el nazismo implicaba en su propio ideario la superioridad de una raza respecto a las demás y defendía la eugenesia para mejorar el mundo, el comunismo promulga una sociedad sin propiedad privada y un reparto de bienes equitativo. Otro tema es lo que hayan podido hacer gobiernos autodenominados comunistas.
Respecto de los autores que menciona de Neruda no puedo hablar, pero Sartre fue bastante miserable.
Me acabas de recordar que tengo a otro escandinavo pendiente: Pär Lagerkvist
No lo conozco ¿Qué tal está?
No sabría decirte porque aún está en la lista de espera. Me falta tiempo para leer todo lo que me apetece, aaaaargh!
XD
Nunca hay tiempo 🙂