Muñeca infinita, 2021.220 páginas.
Tit. or. The list of the past. Trad. Inés Garland.
Incluye los siguientes relatos:
VIDAS BREVES
Paseo con Charlie
Una pizca de naturaleza
Ratas bebé de un día de vida
Leña
Las visitas
En palabras de
LAS LISTAS DEL PASADO
Las historias de la casa
Dieciocho vertical
Cuidando el jardín por placer
Pasajeros
Paseo nocturno con los ojos cerrados
Inclemencias del tiempo
Los primeros relacionados con fragmentos de vidas de habitantes de Nueva York y los segundos diferentes momentos de la muerte del patriarca de una familia aficionado a crear listas. Pero todos con la sombra de la muerte como trasfondo de la trama, a veces de manera sutil, otras directa.
La autora escribe de maravilla, creando una atmósfera perfecta a partir de la nada, de pequeños momentos cotidianos sin nada relevante. Y cuando crees que el cuento no va a ningún lado y que no te interesan esas vidas sin fuelle de repente se congela el río contigo dentro y se te corta la respiración.
En general me han gustado más los de la primera parte, en especial Las visitas, con un final de bofetada que reproduzco al final. En el prólogo se nos cuenta algo de la biografía de la autora, que parece un relato más del libro y en el epílogo la traductora nos regala una reflexión que también podría estar incluída como texto de ficción.
Muy bueno.
Pero a dos calles de donde vivía Henrietta, la madre de Melanie está vaciando el apartamento de Melanie, sacando todo lo que no sirve a la calle para que se lo lleven los recuperadores de desechos si es que otros recolectores no se lo llevan antes. Está cepillando el polvo de la ropa. «Nos llevó mucho tiempo armarnos de coraje para hacerlo. Bueno. —Bruscamente—: Todo lo demás va al cubo de basura».
—Eh, mamá, mira qué bien está este guante que acabo de encontrar —dice uno de sus hijos parándose en el escalón más alto y golpeando un guante de catcher con el puño derecho.
Es mayo, y los ailantos y los plátanos tienen hojas otra vez. Sus ojos van de su madre a las cajas marrones, al viejo que merodea en la acera de enfrente, y se apresura a entrar antes de que le pida ayuda. No quiere saber nada más de todo
esto.
Chica joven demacrada con un guante de béisbol nuevo que nunca ablandó. Joven prematuramente calvo se escabulle a Búfalo. Las niñas, como fugaces partículas de radiación en una cámara de niebla conocidas sobre todo por el rastro que dejan camino a su extinción, fueron llamadas. Tuvieron que irse, pero Henrietta se fue, a propósito, a ese pedazo anónimo, feo y costoso de propiedad inmobiliaria, creyendo que había tomado una decisión cuando no fue para nada una decisión. Con razón está insatisfecha, todavía se la ve por los alrededores de donde vivía, en el escaparate de la pastelería o en la sala de lectura infantil de la biblioteca, desapareciendo por los rincones, caminando tan recta y rígida con un abrigo rojo. Deberían haberla enterrado con una estaca atravesándole el corazón. Si hubiera sido una artista de verdad, habría sabido que no hay nada artístico en la muerte, que es el final de todos los cuentos.
Un comentario
Me gustó. Y me dio a conocer el primer título de una editorial que comenzaba, «Muñeca infinita»
Saludos.