Editorial Anagrama, 2005. 940 páginas.
Conozco a Nacho por las quedadas blogoliterarias y por leer habitualmente las reflexiones y críticas literarias que cuelga en su bitácora. Tenía ganas de leer este Bolero envenenado y que esté disponible en la bilioteca Tecla Sala me ha permitido hacerlo.
El protagonista es un profesor de instituto que mitiga su soledad con la compañía ocasional de su vecina y su amistad con una de las profesoras del instituto. Un asesino en serie comete un crimen en su apartamento y este hecho le lleva a intentar ponerse en contacto con Paula, un antiguo amor.
La novela se mueve entre dos tensiones que se complementan muy bien. Por un lado está la búsqueda de Paula, que parece esconder un misterio, y que te engancha como si de un best-seller se tratase. Por otro están las reflexiones del protagonista acerca del amor, la amistad y la vida en general, que le dan un tono intimista. Mucho de una u otra parte hubiera sido fatal, pero no es el caso.
En el mercado editorial actual hay mucha basura, o libros que a mí me lo parecen. Sin embargo todo lo que he leído de personas cercanas está muy bien. Como en este caso; cuando llevaba tres cuartas partes del libro me di cuenta de lo mucho que lo estaba disfrutando. Alguna crítica tengo, pero me la guardo para mí.
Todavía pueden comprarlo en la casa del libro.
Extracto:[-]
La paja sentimental no es una necesidad exclusiva de solitarios. Las personas que viven en pareja lo necesitan por igual, pero puede que no sepan adivinarlo, o puede que sientan pudor en reconocerlo, o incluso puede que se rebelen contra ello porque lo consideren un síntoma de que su relación no funciona. Pero del mismo modo que se masturban los casados para compensar o consolar sus infidelidades frustradas, la existencia de un receptor ajeno a la pareja con quien se pueda hablar precisamente (y abiertamente) sobre la pareja posee una eficacia casi medicinal. Por eso resulta más sencilla esta práctica en solteros o solitarios, porque se elimina el factor de justificación, el tener que explicar con quién hablas y por qué hablas con terceros, porque todos son terceros y así puede elegirse libremente el destinatario de las confidencias.
La época inmediatamente posterior a una ruptura suele estar marcada por la necesidad de esta masturbación sentimental. A veces se tiene la sensación de que han quedado cosas en el aire, de que no dijiste todo lo que deberías haber dicho y que quizá sea ésa la causa de la falta de entendimiento que ha provocado la ruptura. Sientes rabia por no haber pensado jamás ese tipo de cosas mientras la relación funcionaba, todos esos argumentos tan consistentes y apasionados que ahora suenan como lamentos tardíos y que nunca formaron parte de vuestras conversaciones, ni siquiera de las discusiones. Uno necesita el derecho a la réplica con la persona amada o cuanto menos la posibilidad de declarar para reafirmar su presunción de inocencia, y en ocasiones su condición de víctima.
Pero esta práctica no tiene por qué estar orientada necesariamente a la búsqueda en terceros de consejo u opinión, cuestiones éstas que se solicitan, no nos engañemos, para obtener complicidad o aquiescencia, nunca para que nos abran los ojos o nos inviten a reflexionar sobre nuestras culpas o responsabilidades. Basta con que nos escuchen y nos respondan, independientemente de si nos dan o no la razón (siempre la tendremos nosotros). Sólo se precisa alguien en quien proyectar nuestro ahínco, igual que si uno se mas-
turba evocando a personas desconocidas o incluso a alguien que n0S odia. Es la ventaja, puede que la única, del sexo endogámico.
Pero es imprescindible que la persona con quien lo hagamos esté totalmente libre de inspirarnos cualquier tipo de procacidad, pues en ese caso el condicionamiento sexual interferiría de forma capital y haría de la paja sentimental una versión encubierta y abortada del onanismo convencional. Bien es cierto que ambas modalidades comparten el inconveniente de proporcionar un alivio agridulce, la misma frustración que nos invade al despertar de un sueño agradable y topar de bruces con la realidad. Precisamente éste fue el contenido de una de mis primeras conversaciones expiatorias con Daniela, antes siquiera de ocurrírseme el ponerle un nombre a la liberación del residuo sentimental acumulado.
Así, se puede concluir que Daniela y yo nos masturbába-mos mutuamente en mi heterodoxa acepción del término. Con nuestro cruce de interioridades suavizábamos la solemnidad que tienen los sentimientos cuando no se exteriorizan y convertíamos muchas de nuestras preocupaciones sobre la materia en nimios avatares inevitables y mundanos.
6 comentarios
Así da gusto que lo reseñen a uno…
¡Muchas gracias!
Gracias a la generosidad del autor, pude leer el libro hace un año. El libro me cautivó de varias formas y aspectos, e incluso, me invitó a la reflexión hacia experiencias personales. Es un libro que te sorprende y no te deja indiferente. Me alegra que «no quede en el olvido» y creo que, este escritor, debería estar más reconocido a nivel nacional.
Es curioso, no he leído el libro (eso será por poco tiempo), sin embargo sólo con el extracto, ya me ocurre como a Encarna, me ha invitado a la reflexión ¿Qué será al leerlo?
Leí «Bolero envenenado» lapiz en mano y subrayé mucho: muchas son las frases con las que Nacho clava un sentimiento, como un biólogo que caza una mariposa. Los demás sólo la veíamos volar y Nacho, en cambio, la aprehende.
A eso lo llamo yo escribir.
Como puede verse por los comentarios, hay que leer al autor.
Lo que cuenta este texto no entra dentro de lo que yo catalogaría como una relación sexual sana.Ni contigo mismo , ni con terceros. ¿Tú has experimentado todo esto? ¿Cuál es tu problema? ¿Curiosidad malsana?¿Adicción sexual o falta de ella? ¿Qué priorizas en una relación, el amor o el sexo? ¿Te pasas todo el día masturbándote o qué?
Lo que más me sorprende son los comentarios. ¿Clavar un sentimiento? ¿Qué sentimiento? Si es solo sexo.
Está muy bien escrito pero, ¿no le das demasiadas vueltas a este tema?