Ediciones de la tempestad, 2002. 348 páginas.
Recopilación de artículos con el mismo título escritos por Jordi Costa e ilustrados por Darío Adanti. Era una sección de Tentaciones de el diario El País. Se incluyen algunos artículos de otras publicaciones con el mismo espíritu.
¿Qué nos encontramos? Pues todo tipo de cosas raras y mostrencas. Internet daba sus primeros pasos, se acababa de estrenar Gran Hermano y estábamos a las puertas de la gran banalización que sería el siglo XXI. Lo que en ese momento eran marcianadas hoy en día son clásicos de la cultura popular. Lo que antes era subcultura pop hoy en día es trending topic.
Ha sido una lectura entretenida y nostálgica. Dejo como muestra el enigma Blisset por ser el origen del autor colectivo Wu Ming, hoy famoso.
Bueno.
47. El enigma Blissett (I)
No se podría concebir un mejor comienzo para un serial a lo Feuillade: un tipo sale de casa de buena mañana y se encuentra la ciudad empapelada de enigmáticos carteles. Su texto: «Se Busca. Desde el pasado 11 de julio falta de su domicilio el conocido mago Luther Blissett. Ilusionista reconocido mundialmente. Firmó como propia la novela Q. Luther Blissett tiene buena presencia física, mide 1 ’85, cabello castaño, ojos verdes, voz seductora y mirada penetrante. Quien facilite pistas que conduzcan a su paradero recibirá una suculenta recompensa. Si quieres saber más busca en: www.q-blissett.com».
El tipo que sale de casa es su mostrenco servidor. A la altura del undécimo cartel con el atildado rostro de Blissett—perfecto para un mago de serie B, capaz de animar las sesiones de tarde de la sala Floudini—, me topo con Zebulón, mi amigo cibernauta, que parece estrenar unos nuevos pantalones de chandal. Zebulón se apunta la dirección en los márgenes de un bono-bus sin que ningún gesto delate que se ha dado cuenta de mi presencia. Tras guardarse el bono-bus en los bolsillos del chandal me dice: «Muchacho, creo que aquí hay temita», con el mismo
tono que hubiese empleado si llevásemos toda la tarde charlando. Y se va. Durante los dos días que siguieron al extraño encuentro, Zebulón me fue mandando aproximadamente un e-mail cada dos horas. Sin mensajes, ni título: sólo con algunos vínculos a diversas páginas de internet que me han permitido ir reconstruyendo el puzzle Blissett. Tal y como he creído entenderlo: así se lo cuento a ustedes.
En un principio, Luther Blissett fue un jugador de fútbol de origen jamaicano en las filas del Watford, que fue fichado por el Milán durante la temporada 83-84. Los cinco ridículos goles que marcó a lo largo de los 30 partidos de ese desafortunado período italiano le valieron una reputación de ídolo deportivo trash e inspiraron una reprobable tradición de chistes de marcado corte racista. Diez años después, el nombre de Luther Blissett sufrió una transformación medular al ser adoptado como arma de guerra por un nutrido grupo de terroristas culturales con base en Bolonia.
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