Editorial Tusquets -Metatemas-, 1996, 1997, 198, 2002. 280 páginas.
Tit. Or. A mathematican reads the newspaper. Trad. Antonio-Prometeo Moya.
Prensa numérica
Este libro me lo dejó mi amigo Mezkal con la condición de que lo leyera rápido, porque a su vez lo tenía que devolver a quien se lo había prestado. Ya lo tenía leído, pero hace tanto tiempo que ni me acordaba.
John Allen Paulos es uno de los pocos divulgadores matemáticos que existen, y sus libros están escritos para que pueda entenderlos todo el mundo. Es más, hacen hincapié en el uso cotidiano de las matemáticas, uso del que muchas veces no somos conscientes. En El hombre anumérico aparecía la siguiente cita:
Usted puede elegir entre tener unas ciertas nociones claras de matemática o no tenerlas, pero debe saber que si no las tiene, es usted una persona mucho más manipulable que en el caso contrario
En el libro que nos ocupa el autor nos demuestra que entender las matemáticas es imprescindible para leer correctamente el periódico. Un ejemplo muy reciente es el que llevan comentando varios días en MalaPrensa sobre el carnet por puntos. Como el número de víctimas en esta semana santa ha superado el centenar se habla de fracaso del carnet por puntos. La realidad es que lo más probable es que la culpa sea del azar.
Los artículos están organizados como si de un periódico real se tratase, incluyendo titulares como Las armas pronto causarán más muertos que los coches (comparabilidad y preocupación), Habrá recesión si no se impide (Impredecibilidad, caos y enterados que no se enteran) o Psiquiatra de Harvard cree que los extraterrestres le secuestran pacientes (creación matemática de la propia pseudociencia). También, como cualquier rotativo, está dividido en secciones: Política, economía y nacional, Asuntos locales, empresariales y sociales, Estilo de vida, confusión y noticias light, Ciencia, medicina y medio ambiente y Alimentación, libros, deportes y necrológicas.
La gran variedad de artículos impide que se profundice demasiado en los temas. Algo que agradecerán ciertos lectores pero que otros echarán a faltar. Cuando empecé a releerlo intentaba recordar de que iba el libro y no podía. No es de extrañar, porque al igual que con muchas noticias de los diarios desaparecen de la memoria a las pocas semanas.
Entretenido, ilustrativo y educativo.
Algunos enlaces para descargar (para el eMule):
Paulos, John Allen – A Mathematician Reads the Newspaper.pdf
[Trading eBook] Paulos, John Allen – A Mathematician Plays the Stock Market.pdf
El Hombre Anumerico -John Allen Paulos.pdf
Escuchando: What You won’t do for Love. Phyllis Hyman.
Extracto:[-]
Este asunto me recuerda la lista de conocidas conexiones que se han hecho entre Abraham Lincoln y John F. Kennedy. Lincoln fue elegido presidente en 1860, Kennedy en 1960. El nombre de ambos consta de siete letras. Lincoln tuvo un secretario llamado Kennedy y Kennedy tuvo otro llamado Lincoln. Lincoln y Kennedy fueron asesinados, respectivamente, por John Wilkes Booth y (al parecer) Lee Harvey Oswald, hombres conocidos por el nombre civil completo y que defendían posiciones políticas mal vistas. Booth disparó a Lincoln en un teatro y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy desde un almacén y se refugió en un cine (theater en inglés).
John Leavy, un programador de la Universidad de Texas, quiso saber si se podían construir listas parecidas entre dos presidentes cualesquiera. Para comprobar la hipótesis, introdujo datos sobre los presidentes de Estados Unidos en un ordenador y entre los pares de presidentes encontró correspondencias que eran tan asombrosas, y por tanto también tan insignificantes, como las citadas entre Lincoln y Kennedy. Uno de los ejemplos que publicó en The Skeptical Inquirer se refería a otros dos presidentes muertos en atentado, William McKinley y James Garfield.
Resulta que los dos eran republicanos, y que nacieron y se criaron en Ohio. Los dos fueron veteranos de la guerra de Secesión y los dos tuvieron un escaño en el Congreso de los Diputados. Ambos defendieron con tes.ón los aranceles protectores y el patrón oro, y tenían ocho letras en el apellido. Al morir les sustituyeron los respectivos vicepresidentes, Theodore Roosevelt y Chester Alan Arthur, que eran de Nueva York, tenían bigote y dieciesiete letras en el nombre. Los dos murieron durante el primer mes de septiembre de sus respectivos mandatos, a manos de Charles Guiteau y León Czolgosz, los dos con apellido que parecía extranjero. Pero como no son estrellas de primera magnitud en la historia de Estados Unidos, McKinley y Garfield no producen la misma fascinación que Lincoln y Kennedy.
Ejercicio: Imaginar una teoría basada en la coincidencia y apoyarla con tantos indicios circunstanciales y casuales como se quiera. El lector capaz de idear una particularmente sólida puede enviarla a The National Inquirer.
El atractivo de las teorías conspiratorias se reduce mucho investigando un poco el banco de datos Nexis, la publicación filial y los bancos de datos publicitarios; entonces se comprende la facilidad con que pueden construirse basándose en la pura coincidencia. Como es lógico, a veces hay coincidencias significativas y de vez en cuanto conspiraciones reales. Pero a casi todas las coincidencias les falta sentido y casi todas las conspiraciones son fruto de febriles fantasías. Sospecho que son relativamente pocas las conspiraciones reales que consiguen mantenerse ocultas mucho tiempo; a la gente le gusta hablar.
Un comentario
hola amix quiesiera conversar contigo ps aunq no me conoces
bueno chau medio unn de conocerte