La factoría de ideas, 2006. 300 páginas.
Tit. or. Storm front. Trad. Noemí Risco Mateo.
Harry Dresden es investigador privado y mago, posiblemente el único en su especie. Tras un periodo tranquilo recibe de pronto dos encargos: buscar a un marido desaparecido que ha estado tonteando con la magia y ayudar a la policía de Chicago a investigar un crimen que tiene todo el aire de tener un componente sobrenatural. La vida de Harry se complicará demasiado con jefes mafiosos, drogas que permiten ver el futuro, demonios, su guardian particular del círculo blanco y un extraño personaje en las sombras…
Inicio de una saga que ha vendido muy bien y que ahora está prácticamente traducida en castellano no es de extrañar que haya enganchado a miles de lectores. Una trama que mezcla bien el noir con toques sobrenaturales, un protagonista atractivo y mucha magia. Personalmente me ha entretenido pero no creo que lea ninguno más de la serie.
Se deja leer.
Se despidió, sin mirarme a la cara, y dejó ir la puerta. La cerré y volví a ojear los sobres.
Primero, el dinero. Estaba todo en billetes de cincuenta, que siempre parecen nuevos aunque sean viejos, porque tienen muy poca circulación. Había diez. Los puse en mi cartera y tiré el sobre a la basura.
El siguiente fue el de la fotografía. La saqué y vi a Mónica y a un hombre delgado y apuesto, con una frente amplia y unas cejas peludas, que desviaban su atractivo hacia un ángulo estrambótico. Su sonrisa era más blanca que blanca y tenía la piel tersa y morena de alguien que había pasado muchas horas al sol, navegando quizá. Había un fuerte contraste con la palidez de Mónica. Supuse que era Victor Sells.
El número de teléfono estaba escrito en una simple tarjeta blanca que había recortado para que cupiera en el sobre. No había ningún nombre ni prefijo, solo un número de siete dígitos. Saqué la guía telefónica y busqué.
También anoté eso. Me pregunté qué esperaba conseguir aquella mujer dándome solo el nombre de pila, cuando me iba a dar cientos de otras cosas a través de las cuales podía averiguarlo. Esto solo demuestra que la gente hace cosas raras cuando está nervioso. Dicen chorradas, se deciden por lo más extraño, lo que más adelante les hará sentirse increíblemente idiotas. Debía tener mucho cuidado de no decir nada que le refregara esto por las narices cuando hablara otra vez con ella.
Tiré el segundo sobre a la basura y encima de mi escritorio le di la vuelta al último para abrirlo.
El caparazón de un escorpión disecado, refulgente por la acción de algún tipo de conservante, chasqueó al caer sobre mi escritorio. Una correa de piel fina y flexible salía de una arandela engarzada en la base de la cola, para que si se llevaba colgado, quedara boca abajo, con la cola hacia arriba, enroscada sobre el cuerpo disecado, apuntando al suelo.
Me estremecí. En algunas creencias los escorpiones son símbolos de poder. Por lo general, nunca simbolizan nada bueno o sano. Muchos hechizos malignos e insignificantes se centran en este tipo de talismanes. Si se llevan cerca de la piel, como se supone que deben llevarse estas cosas, las pinzas representan una constante picazón e inquietud en el pecho, un recordatorio continuo de que están allí. El aguijón seco en la punta de la cola perforará la piel del que intente dar un abrazo al portador del amuleto. Sus pinzas, semejantes a las de un cangrejo, se agarrarán al vello del pecho de un hombre o arañarán las curvas de los pechos de una mujer. Era desagradable y asqueroso. Tal vez no malo, pero seguro que llevando ese objeto alrededor del cuello no se conseguía una clase de magia que provocara consecuencias positivas.
A lo mejor Victor Sells sí estaba metido en algo, algo que había absorbido su atención. La magia podía tener este efecto sobre las personas, sobre todo en lo que se refiere a sus aspectos más oscuros. Si había acudido a ella después de perder su trabajo, eso explicaría que se hubiera marchado tan repentinamente de su casa. Muchos brujos o gente que pretende serlo se recluyen porque creen que el aislamiento aumentará su habilidad para concentrarse en la magia. No es así, pero es más fácil para las mentes débiles o sin preparación porque de esa manera evitan distraerse.
O tal vez no fuera ni siquiera un talismán de verdad. Quizás solo fuese una pieza curiosa o un souvenir de una visita al sudoeste. No había forma de saber si era un artefacto para mejorar la concentración y dirección de las energías mágicas, a menos que se usara para intentar hacer un hechizo y la verdad es que no tenía ganas de usar un objeto tan sospechoso, por unas cuantas buenas razones.
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