Acantilado, 2020. 168 páginas.
Trad. Manuel Arranz.
El cuadro del matrimonio Arnolfini es, posiblemente, uno de los más misteriosos del mundo. Es un cuadro potente, lleno de simbolismos y de detalles abiertos a la interpretación. Sabemos poco del autor, Jan van Eyck del que se supone que uno de sus cuadros es un autorretrato, pero todavía sabemos menos del cuadro del que no tenemos seguro ni el título.
Hay cientos de teorías, muchas de ellas contradictorias, y que no acaban de explicar todos los detalles del cuadro. ¿Es un matrimonio? ¿Está la mujer embarazada o no? ¿Por qué hay un espejo y el perro no se refleja en él? ¿Tienen los colores algún significado? ¿Cual es la razón de las citas que aparecen en el propio cuadro?
SI tenemos muchas dudas y pocas cosas ciertas quizás lo más razonable sea extremar la imaginación, y eso es lo que hace el autor en este breve libro, que se lee como si fuera una novela de detectives, y que se basa en un cuento antiguo para ofrecer una clave interpretativa que coloca todo en su sitio. A la luz de su explicación (que no revelaré aquí) encajan todas y cada una de las piezas del cuadro con una claridad pasmosa.
El propio autor se excusa en el texto de que cualquiera puede ver una ballena en una nube, y puede que su explicación sea inventada, pero yo la compro y desde ahora para mí lo que se representa es lo que aquí se explica. Una pena que cuando vi el cuadro en directo no conocía estos datos.
Muy bueno.
Seis descripciones de una extrema brevedad (dos en francés antiguo y cuatro en español), de no más de una treintena de líneas, escalonadas a lo largo de casi tres siglos, son las únicas noticias que han llegado hasta nuestros días, desde Flandes y luego desde España, antes de que el cuadro llegara a Londres en el siglo XIX. ¿Sus autores? Cinco escribanos y un estudiante viajero. Las informaciones que contienen no tienen precio. Gracias a ellos conocemos el nombre del personaje masculino: Hernoul-le-Fin, Arnoult Fin. Nos hablan de las diferentes formas en que el cuadro se ha visto de un siglo a otro, y sus descripciones, por breves que sean, despiertan la curiosidad de inmediato: unos versos del poeta latino Ovidio pintados en el marco, una historia de infidelidad, un tema que se escabulle y se escurre como una anguila.
1) 1515, Inventoire des painctures de Margarita de Austria, hecho en su castillo de Malinas el 15 de julio:
Un cuadro de grandes dimensiones que se conoce como Hernoul-le-Fin con su esposa en el interior de una alcoba, que fue regalado a su Alteza por don Diego, cuyo escudo está en la cubierta del citado cuadro. Obra del pintor Johannes.
2) 1524, segundo inventario de los bienes de Margarita de Austria hecho en Malinas:
Otro cuadro excelente que se cierra con dos hojas, en el que hay pintados un hombre y una mujer, de pie, tocándose la mano uno al otro, obra de Johannes, el escudo y la divisa del difunto Don Diego están pintados en las mencionadas dos hojas. El nombre del personaje es Arnoult Fin.
3) 1558, inventario de los muebles y efectos personales de María de Hungría levantado después de su muerte en Cigales (Castilla):
Un gran cuadro con dos puertas que se cierran, y en su interior un hombre y una mujer que se cogen la mano, con un espejo en el que se ve a los susodichos hombre y mujer, y en las puertas el escudo de don Diego de Guevara, obra de Jean de Hec, año 1434.
4) 1599, preciosa descripción del cuadro en un opúsculo titulado Thesoro Chorographico de las Espannas, relación de un viaje a España por un estudiante alemán llamado Jakob Quelviz:
Una imagen que representa a un hombre y a una mujer joven uniendo las manos como si estuvieran a punto de prometerse en matrimonio. Hay muchas cosas escritas, entre ellas esta: «Promittas facito, quid enim promittere laedit? Pollicitis dives quilibet esse potest» [«No economices el prometer, que al fin no arruina a nadie, y todo el mundo puede ser rico en promesas»].*
5) 1700, inventario de los cuadros que había en el Alcázar de Madrid a la muerte de Carlos II:
Un cuadro sobre tabla con dos puertas que se cierran, un marco de madera dorado y unos versos de Ovidio grabados en el marco del cuadro, que representa a una mujer alemana embarazada, vestida de verde, dando la mano a un hombre joven; parece una boda nocturna, los versos afirman que se engañan mutuamente y las puertas están pintadas de falso mármol: precio, dieciséis doblones.
6) 1794, inventario de los cuadros de Carlos III realizado el 25 de febrero: «Una vara de alto por tres cuartos de vara de ancho. Un hombre y una mujer cogiéndose la mano. Juan de Encinas, inventor de la pintura al óleo, 6000 reales».20
El cuadro ha perdido su marco, sus dos hojas, el escudo de don Diego de Guevara, las «muchas cosas escritas» (mucho escrito)* señaladas por el estudiante alemán Jakob Quelviz, y los versos latinos pintados en la madera dorada del marco. Estos desconcertantes versos provienen del libro I de El arte de amar de Ovidio.21 La existencia de los versos grabados en el marco fue redescubierta a finales del siglo XX.22 Desorientan todavía más la exégesis y suscitan algunas dudas sobre el consenso acerca de la escena que representa el cuadro: o bien a una pareja casada, o bien la celebración de un matrimonio: lo explícito permanece oculto. ¿Fueron pintados por la mano de Jan? ¿Eran dos cuadros que se juntaron después? Aunque sea una ingenuidad esperar que las «muchas cosas escritas» que Jakob Quelviz omitió copiar nos hubieran dado la clave del enigma, esas cosas sin duda nos habrían ayudado mucho.
No hay comentarios