Herder editorial, 2006. 400 páginas.
tit. or. Introduction à la métaphysique. Trad. Antoni Martínez Riu.
¿Qué hace un gañán como yo con un libro como éste? Aprender, por supuesto.
Espectacular recorrido de la historia de la metafísica de Parménides a Heidegger, explicado con tanta claridad que hasta creo haber entendido a este último. Aunque Kantiano como soy sigo pensando que en la metafísica posterior a Schopenhauer y Wittgenstein hay más palabrería que sustancia.
Aunque vivimos en un mundo dominado por el espíritu científico -por suerte- la metafísica se resiste a morir (afortunadamante).
Muy recomendable para los estudiantes, se aprende más sobre Kant en una página de este libro que en un curso completo.
Calificación: Bueno.
Aunque parece evidente que la metafísica no puede ser ya una ciencia, en el sentido positivista del término, la «necesidad metafísica» continua siendo completamente real. El deseo de «comprensión» de que habla Dilthey se sitúa ciertamente en línea directa con las grandes preguntas de la metafísica natural de Kant. Pero las respuestas no son más que históricas y, por lo mismo, relativas. Mientras que Kant se preguntaba por la posibilidad de la metafísica como ciencia, las respuestas a la necesidad metafísica que ofrece el siglo xix se han establecido las más de las veces al margen de la ciencia, en la vecindad del arte. Arthur Schopen-hauer (1788-1860), profundamente marcado por la Crítica de la razón pura de Kant y su destrucción de la metafísica, habla también de la «necesidad metafísica», pero como de una necesidad que no puede ser satisfecha y que sólo puede nutrirse de ilusiones,150 y de ahí proviene su «pesimismo». Todo el arte del filósofo consiste en saber congeniar con esta tragedia de la existencia proponiendo sabios consejos, como hace él en sus Aforismos sobre el arte de saber vivir,151 pero se trata menos de alcanzar la felicidad que de evitar el malestar en un mundo de sufrimiento.
El joven Nietzsche, formado en la escuela de Schopenhauer y de Wagner, exalta por su parte las virtudes de una visión resueltamente «trágica» de la existencia, que él pretende reencontrar en el pensamiento griego más antiguo. Ignorando totalmente la metafísica, la moral y sus trasmundos, esa gran época trágica (das tragische Zeitalter) de los griegos supo tener el acierto de reconciliarse con el destino trágico de la naturaleza humana. Nietzsche reprocha sin tregua a la moral griega más tardía y al cristianismo haber impuesto a la existencia ideales metafísicos que la desviaron de su condición. Su filosofía pretende celebrar ese amor al destino (amor fati), esperando liberar al hombre de las fabulaciones morales o metafísicas[…]
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