Akal 1998,2004,2007. 286 páginas.
Trad. Pedro López Barja de Quiroga.
La invención de la escritura es un hito tan importante que sirve de línea divisoria entre la prehistoria y la historia. Se inventó para solucionar problemas de burocracia, apuntar impuestos y llevar la contabilidad, pero no tardamos mucho en darle otro uso: transcribir las historias que la tradición oral llevaba años contando. Por eso el primer poema que conservamos es una historia coherente que todavía hoy somos capaces de leer por placer.
Al no tener ningún registro completo, sólo restos de tablillas mejor o peor conservadas, cada edición intenta resolver el problema de mejor o peor manera. Yo, que he leído bastantes ediciones, considero que esta de Jean Bottero es la mejor de las que me he encontrado. El autor es un verdadero experto en la cultura mesopotámica y se nota. Los textos del prólogo y epílogo nos sitúan en contexto y explican las diferentes versiones y fragmentos que hay. La decisión de utilizar el texto de la versión más completa que tenemos, por un lado, y los restos de las otras versiones aparte consigue evitar esas reconstrucciones forzadas que ensamblan de allí y de allá. Las notas al pie son las justas y necesarias. La traducción es legible y fresca.
La historia de Gilgamesh es apasionante. Es un gobernante semidivino (una parte de hombre, dos partes de dios) pero su arrogancia enfada a lo dioses, que envían a Enkidu, un hombre salvaje, para derrotarlo. Gilgamesh lo civiliza gracias a la prostituta sagrada de la ciudad, que yace con él y lo domestica. Pese a ello se enfrentan con crudeza y vence Gilgamesh. Pero se hacen amigos y se dedican a correr aventuras y a enfrentarse a los monstruos que los dioses les van mandando. Pero Enkidu muere, Gilgamesh es consciente de su mortalidad y va en busca de un remedio. Tras un largo viaje se encuentra a Utnapishtim, que sobrevivió al diluvio que mandaron los dioses construyendo un arca (¿les suena?). Le enseña una planta que alarga la vida, pero mientras duerme una serpiente se la roba.
Más o menos esto es todo. El primer poema épico se basa en un hombre que no quería morir. Y es que la fiera al final del camino nos ha dado miedo desde que fuimos conscientes de ello. Como dice el editor en el epílogo:
Esta es la razón de que la Epopeya de Gilgamesh mantenga hoy día todo su valor. Áíleerla, «entramos» casi «materialmente», gracias a este documento de excepcional riqueza y autenticidad, en la vida, el pensamiento, el alma y la cultura de quienes son los más viejos de nuestros antepasados, al menos de nuestros antepasados reconocibles, en el horizonte brumoso de nuestra historia; pero más allá de esta prelación en el orden histórico, leerla supone descubrir, en un espíritu y un corazón cuyo ser más íntimo apenas ha cambiado desde entonces, los mismos beneficios de la amistad, de la vida compartida, y la misma protesta ante esta ley que, al final, nos iguala a todos: la muerte inexorable.
Más de cinco mil años después seguimos disfrutando con historias donde humanos poderosos derrotan a monstruos y todavía seguimos luchando contra la muerte. No hemos cambiado tanto. Veamos algunos fragmentos destacados.
Gilgamesh utiliza a la prostituta sagrada para civilizar al salvaje Enkidu :
¡Desnúdate, Lalegre,
Descubre tu sexo,
que él tome tu voluptuosidad!
Y no temas Agotarlo!
Cuando te vea (así)
Se abalanzará sobre ti:
Deja (pues) caer tu vestido
Para que él se acueste sobre ti,
Y haz con él, con (este) salvaje,
Tu trabajo de mujer.
(Entonces) su manada, (que se había) criado con él, Le será hostil
(Mientras a ti) él te mimará con sus arrumacos».
Y Lalegre
Apartó sus velos Y descubrió su sexo
(Para que) él tomase su voluptuosidad,
Sin temor
A agotarlo.
Cuando ella dejó caer su vestido.
El se acostó sobre ella,
Y ella hizo con él, con (este) salvaje
Su trabajo de mujer,
Mientras la mimaba
Con sus arrumacos.
Seis días y siete noches,
Enkidu, excitado,
Hizo el amor con Lalegre.
Una vez saciado
Del placer (que) ella (le había dado),
Se dispuso
A reunirse con su manada.
Después del sexo su manada y los animales del bosque se apartan de él, se ha alejado de la naturaleza. Aún así será un digno oponente de Gilgamesh. La historia del diluvio de la biblia está tomada de esta epopeya. Muchos pueblos tienen historia de inundaciones, pero en este caso son parecidas hasta en el fin de la misma:
Un trozo de tierra emergía:
ya) el monte Nisir,
(Donde) el barco atracó.
Nisir lo retuvo
Sin dejarle partir,
primer día, el segundo,
El Nisir lo retuvo
Sin dejarle partir,
tercer día, el cuarto,
El Nisir lo retuvo
Sin dejarle partir,
quinto día, el sexto,
El Nisir lo retuvo
Sin dejarle partir.
cuando llegó
El séptimo día,
cogí una paloma
Y la solté,
la paloma se fue
Y luego vino.
Al no ver dónde posarse,
Regresó.
(Luego) cogí una golondrina,
Y la solté.
La golondrina se fue
Y luego vino.
Al no ver dónde posarse,
Regresó.
(Luego) cogí un cuervo,
Y lo solté.
El cuervo se fue,
Pero, al ver que las aguas se habían retirado,
Picotéo, graznó (?), chapoteó
Y ya no regresó.
Existen varias versiones de la epopeya que coinciden a grandes rasgos aunque cada una tiene episodios un poco diferentes o con otro tratamiento. El tema de la inmortalidad aparece, por ejemplo, en la búsqueda de la fama póstuma:
Quién puede, amigo, mío,
Trepar hasta el cielo?
allí sólo v[iven] los dioses
En compañía de Shamash, para siempre.
los hombres, en cambio,
(Tienen) sus días contados;
Lo que ellos hacen
(No) es (más que) viento,
mismo, aquí (presente)
Si temes morir,
qué se ha hecho
De tu valor?
partiré, pues,
Delante de ti:
tú sólo) exhórtame:
“¡Ánimo, no temas!”
Si muero
(Al menos) habré alcanzado la fama.
Gilgamesh -dirán-
Se lanzó al combate
contra Huwawa el feroz.
Pero el siguiente fragmento es, quizás, uno de los cantos a la vida más hermosos que jamás se hayan escrito. Las palabras que una tabernera le dice a Gilgamesh cuando se entera de que va buscando la inmortalidad. El carpe diem más antiguo que conocemos. Unos consejos que se pueden seguir hoy en día y que nos hermana a través de los siglos:
La vida sin fin que tú persigues,
No (la) encontrarás (jamás).
Cuando los dioses
Crearon a los hombres,
Les asignaron La muerte,
Reservándose la inmortalidad
Para ellos solos.
En cuanto a ti,
Llena la panza,
Vive alegre
Noche y día;
Celebra fiestas
Todos los días,
Baila y diviértete
Noche y día
Engalánate
Con vestiduras adecuadas,
Lávate,
Báñate;
Mira con ternura
A tu pequeño que te coge la mano,
Y haz feliz a tu mujer
Apretada contra [t]i,
Porque tal es
El (único) futuro de los hombres
Mi mujer me dice, de vez en cuando, que recuerde a Gilgamesh. Yo, cada día de mi vida, cuando llevo a mi hijo de la mano, lo miro con ternura. Y me acuerdo de esas palabras que escribió alguien hace milenios. Porque esa es la única inmortalidad que puedo ofrecerle. Que sus palabras sigan resonando, para siempre, en la memoria de la humanidad.
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