Cuarta entrega de la saga sobre Thursday Next, de la que ya he reseñado por aquí las anteriores: Jasper Fforde. En esta ocasión la protagonista abandona la ficción para volver a la realidad, acompañada del mismísimo Hamlet, que quiere quitarse la fama de indeciso que pesa sobre su cabeza.
Por el camino deberán encontrar de qué libro ha salido el carismático político Yorrick Kaine, se cruzarán con el profeta san Zulkx, que va a reaparecer, investigarán una posible clonación de Shakespeare y deberán jugar un partido de cricket de cuyo desenlace depende el futuro del mundo.
No sé si es porque hacía tiempo que había dejado la serie en barbecho, pero me ha parecido tan bueno como el primero, lleno de acción trepidante, momentos de mucho humor, y con un final en el que encajan todas las piezas que va dejando sueltas por el camino.
Aqui lo reseñan en extenso: Algo huele a podrido, y aquí también Reseña y opinión: Algo huele a podrido (Jasper Fforde) Val: 755
Calificación: Muy bueno.
Extracto:
—Gracias, caballeros, y bienvenidos. La primera pregunta es de la señorita Pupkin.
Una mujer bajita se puso en pie y dijo con timidez:
—Hola. Esta semana a Alguien le han hecho una Cosa Horrible, y me gustaría preguntar a los invitados si están dispuestos a condenar el hecho.
—Muy buena pregunta —respondió Webastow—. Señor Kaine, ¿quiere ser el primero?
—Gracias, Tudor. Sí, condeno completa y absolutamente la Cosa Horrible en los términos más enérgicos. En el Partido Whig nos horroriza que en esta gran nación nuestra sucedan Cosas Horribles sin que se castigue al Alguien que las comete. Además, me gustaría señalar que la avalancha actual de Cosas Horribles que se produce en nuestros pueblos y ciudades es una carga que heredamos del Partido del Sentido Común, y me gustaría añadir que en términos reales la incidencia de Cosas Horribles ha disminuido en un veintiocho por ciento desde que llegamos al poder.
Aplausos. Webastow le pidió a Van de Poste su opinión.
—Bien —dijo Redmond suspirando—, está claro que mi sabio amigo confunde los hechos. Tal y como nosotros manipulamos los datos, en realidad las Cosas Horribles van en aumento. Pero por un momento me gustaría dejar de jugar a la política de partidos y manifestar que, aunque se trató evidentemente de una gran tragedia personal para los implicados, condenar estos actos sin mayor reflexión no nos permite comprender por qué se producen y es preciso meditar más para llegar a la raíz de…
—Una vez más —le interrumpió Kaine—, vemos como el partido del Sentido Común niega su responsabilidad y renuncia a actuar con dureza ante dificultades indeterminadas. Espero que toda la gente sin identificar que ha sufrido problemas difusamente definidos comprenda…
—He dicho que condeno la Cosa Horrible —intervino Van de Poste—, y debo añadir que hemos estado investigando todo el espectro de Cosas Horribles, desde lo Simplemente Molesto hasta lo Escandalosamente Terrible, y que haremos uso de lo que descubramos… si alcanzamos el poder.
—¡Siempre se puede confiar que el partido del Sentido Común haga las cosas a medias! —se mofó Kaine, quien evidentemente disfrutaba de ese tipo de discusiones—. Llegando sólo hasta «Escandalosamente Terrible», el señor Van de Poste está haciendo un flaco favor a su país. En el Partido Whig hemos examinado el problema de las Cosas Horribles y proponemos una actitud de nula tolerancia para ofensas incluso de tan poco nivel como Ligeramente Inapropiadas. Sólo de esta forma podremos detener a los Álguienes que hacen Cosas Horribles antes de que pasen a actos Obscenamente Perversos.
Sonaron más aplausos, presumiblemente mientras el público intentaba decidir si «Simplemente Molesto» era peor que «Ligeramente Inapropiado».
—En pocas palabras —anunció Webastow—: al final de la primera ronda concedo tres puntos al señor Kaine por su excelente condena inespecífica, más un punto de bonificación por echar la culpa al Gobierno anterior y otro por transformar con éxito la pregunta para defender la posición de su partido. El señor Van de Poste recibe un punto por una firme refutación pero sólo dos puntos por su condena, ya que ha intentado incluir una observación imparcial e inteligente. Por tanto, al final de la primera ronda, Kaine va en cabeza con cinco puntos y Van de Poste tiene tres.
Más aplausos cuando las cifras aparecieron en el marcador.
Mi madre tomó la mano de Hamlet y le saludó de corazón.
—¿Cómo está usted, señor Hamlet? ¿De dónde ha dicho que es príncipe?
—De Dinamarca.
—¡Ah! Nada de visitas a partir de las siete y el desayuno se acaba a las nueve en punto. Espero que los invitados se hagan la cama y, si tiene colada, puede dejarla en el cesto de mimbre del descansillo. Encantada de conocerle. Soy la señora Next, la madre de Thursday.
—Yo tengo madre —respondió Hamlet con tristeza mientras se inclinaba para besar la mano de mi madre—. Comparte la cama de mi tío.
—En ese caso, deberían comprar otra —respondió mi madre, tan práctica como siempre—. Dicen que en IKEA hay muy buenas ofertas. Yo no compro allí, porque no me gusta eso de tener que montarlo… es decir, ¿qué sentido tiene pagar por algo que debes fabricar tú? Pero a los hombres les gusta precisamente por esa razón. ¿Le apetece Battenberg?
Un comentario
Acabo de conocer estos libros gracias a este blog y los quiero leer ¡¡YA!!