InÉditor, 2010. 150 páginas.
Tenía muchas ganas de leer este libro. De que se escribiera. Después de saborear el talento de Iván Humanes en libros como 101 coños o La biblioteca olvidada y de leer su bitácora y los relatos de La memoria del laberinto esperaba un libro contundente y exquisito. Como éste.
Mientras un escritor intenta conseguir que su novela Emboscadas gane un premio literario también se dedica a otras actividades con su compañero de habitación en la residencia de estudiantes. Un secuestro. A la vez, las páginas de la novela se alternan con las de la narración, contando una historia de detectives introspectiva, que se relaciona con la trama principal.
La novela bebe de dos fuentes; la llamada generación nocilla y el teatro Pánico. Pero poco importa la estructura, lo que importa es si un texto tiene calidad. La emboscada puede ser un collage, como parece estar de moda, y puede hablar de crueldad, como algunas obras de Arrabal. Pero lo que se agradece como lector es su calidad literaria, lo bien escrito que está.
Que después nos haya llevado de la mano al bosque haciéndonos caer en su emboscada es el riesgo que se tiene que correr cuando el texto no es acomodaticio. Que los capítulos sean 65, siendo como es el autor jugador de ajedrez no puede ser casual. De alguna manera hay que escapar del tablero.
Me ha alegrado leer este libro. Sólo le deseo (y espero) que tenga la difusión que se merece, para seguir alegrándome con los demás que vayan viniendo. Ya tardan en comprarlo.
Extracto:[-]
Z. es una persona sabia, gana dinero enseñando literatura. Como no se sabe muy bien dónde está el límite entre lo bueno y lo malo, y finalmente todo depende de las felaciones personales, ha intentado hinchar los textos que publica de una abrumante «actualidad», incluyendo palabras como «hijo de puta», «los cojones», «Superman», «es una zorra». Asombrado por la modernidad de El Dobermann de Jan Kounen, procura que sus acólitos sean sádicos. Así que comienza sus cursos por una lectura profunda del realismo español, y los combina con varias visitas a los bajos fondos de su ciudad y con una lectura superficial y despreocupada del «verdadero posmodernismo». Se cree el jefe de policía Christini a la búsqueda de ese criminal apodado Dobermann, y como la intención es ser el único gobernador de la enseñanza, lleva acciones de sabotaje contra el resto de talleres que le hacen sombra. Z. es uno de los jurados que deciden la obra ganadora. Z. me escribe felicitándome. Que no debería sorprenderme por haber sido finalista con un cuarto de novela, porque ha sido él el que ha apoyado mi texto. El veinte por ciento del premio, me sugiere, y ya tengo un voto seguro para posteriores deliberaciones. Tras hacer unos cuantos números, acepto.
Un comentario
Querido, muy agradecido por el trato tan amable hacia la emboscada. ¡No se le escapa ni una! 65 casillas. Un abrazo.