Blacklist, 2012. 140 páginas.
Tit. or. Die verstümmelten. Trad. Ana María de la Fuente.
Franz Polzer lleva una vida rutinaria, proviene de una familia humilde y consiguió algo de estudios gracias a un amigo rico. Pero sólo ha conseguido llegar a empleado de banca y lo que gana lo entrega a su patrona. Siendo profundamente antisocial empezará, no obstante, una relación con ella que le irá conduciendo a una pérdida de control sobre su vida.
Contemporáneo de Kafka no desmerece los méritos de aquél. Una trama asfixiante, unos personajes potentes -el amigo mutilado, la patrona, los compañeros del banco, la mujer del amigo, el enfermero que fue un carnicero- y una mezcla con el mundo de los sueños y la locura que desdibuja la realidad.
Se publicó en 1923, hace casi cien años. Y es mejor que la mayoría de las cosas que se publican ahora, libros que siguen repitiendo tópicos gastados. Este libro tiene sólo dos revisiones en goodreads y con dos estrellas. Algo estamos haciendo mal.
Muy recomendable.
Frau Porges sirvió la cena a Polzer en la mesa de la cocina. Desde que dormía en la habitación de ella, tenía que comer en la cocina. La viuda llevaba un delantal atado a la cintura que hacía más visible su estado. Polzer comprendía que era el momento de preguntarle por el dinero. Pero no se atrevía. Ella estaba sentada a su lado, respirando ruidosamente. Él no se atrevía a levantar la mirada. Si estuviera oscuro, pensaba, si él no tuviera que verla, sería más fácil.
Cenó deprisa y entró en la habitación de Karl.
Karl le sonrió al verle entrar. El enfermero ya se había llevado los platos. Polzer se sentó en una silla al lado del sillón de Karl. El enfermero estaba plantado en el centro de la habitación, con la cabeza inclinada.
—Le he explicado a Herr Polzer cómo cautiva usted al auditorio con sus pláticas —dijo Karl Fanta—. Realmente, es increíble. ¿Tiene inconveniente en que se quede a escuchar?
—Al contrario, me alegro de que Herr Polzer haya venido. Yo sé que, en el fondo, él es de los míos. También él es un hombre temeroso de Dios.
—Más bien un hombre supersticioso —replicó Polzer. Violento, rehuyó la mirada de Karl.
—La superstición nace del temor de Dios —dijo el enfermero—. Tengo para mí que sólo puede ser supersticioso aquel que cree en el orden divino y que se aferra a lo pequeño porque no se atreve a levantar la mirada a Dios y le sirve, si ustedes me permiten la expresión, desde lejos.
—¡Algo así como una piedad desvaída! —rió Karl—. ¡Una piedad tímida, una piedad vergonzante!
—Yo no sé decir las cosas como las pienso. Pero quizá era eso lo que quería decir, Herr Fanta. Yo creo que la persona temerosa de Dios puede ser supersticiosa y, de este modo, profesar su temor de Dios. Sin duda no me equivoco al decir que el ejemplo de este hombre me ayudará a hacer a los enfermos partícipes de la fe. A pesar de que soy un pecador. Yo soy matarife y me siento atraído por las gargantas de las terneras, pero a él le atrae el brillo del oro y está poseído por la codicia del dinero. Cada uno de nosotros tiene que llevar su culpa hasta el fin.
—¿Lo has oído? —dijo Karl—. ¡Estás poseído por la codicia del dinero!
—¿Por la codicia del dinero? —preguntó Polzer, en voz baja—. Si yo dinero no tengo.
El enfermero miró a Polzer.
—Uno tiene que revivir una y otra vez sus malos pensamientos y sus malas acciones, porque nunca pasan ni se expían. Porque hay que cargar con ellos hasta el fin. Yo relato mis pecados para sentirlos de nuevo y soportarlos hasta el fin. Yo explico cómo se sujeta la ternera, dónde se clava el cuchillo, cómo brota la sangre, cómo se desuellan las patas. Me armo del cuchillo…
Hizo ademán de agarrar el cuchillo. Karl Fanta le miraba tenso.
—Déjelo —dijo rápidamente—. ¡Déjelo!
3 comentarios
Devastador, una auténtica maravilla. Alucino con lo que comentas sobre goodreads, me imagino que serán revisiones en español, ¿no? No puedo (no quiero) creer que un libro tan magnífico pueda pasar tan desapercibido.
Creo que Palimp está equivocado en lo de Goodreads. No hace mucho le puse cinco estrellas a esta maravillosa novela. 🙂
O bien llegué a una edición que estaba apartada y que ahora se ha subsumido en la oficial o bien estaba drogado cuando lo vi, pero juro que es cierto. En cualquier caso me alegro de equivocarme.