Errata naturae, 2009. 78 páginas.
Estoy empezando a leer libros de Leopardi, animado por una charla que escuché en la radio. En estos diarios, escritos cuando era muy joven, se describen las típicas angustias del adolescente que se enfrenta a sus primeros amores. Escenas de campiña y desasosiego juvenil. Seguiremos con sus poemas.
sueño de aquella noche y el paraíso que es para mi hablar con ella, que me interrogue y escuche con rostro risueño, yo le pido luego que me dé la mano para besársela y ella, saliendo de no sé qué ensoñación, me la tiende mirándome con gesto muy inocente y candido, y yo se la beso sin atreverme a tocarla, siendo tan grande mi deleite que en sueños solamente y por primera vez sentí entonces lo que es esta especie de consuelo de una manera tan cierta que, ya despierto y bien despabilado, supe que mi placer había sido del todo real e intenso, y me quedé atónito y comprendí cuan cierto es que toda el alma puede volcarse en un beso y olvidarse del mundo entero porque fue eso lo que yo sentí, y le seguí dando vueltas un rato a este pensamiento, y luego, pasando de la vigilia al sueño, no hacía sino ver a la misma mujer en mil formas pero siempre viva y real, etc., en con-
clusión, tuve un sueño tan maravilloso y placentero que bien podía decir, con Petrarca, En tantas partes y tan hermosa la veo, Que pido sólo, que mi error perdure, a lo que he dicho sobre la insignificancia de los edificios puede añadirse lo insignificante que resulta, por ejemplo, una torre, etc., o cualquier otra construcción más alta vista de frente sobre un monte y también una ciudad que se vea desde lejos extendida sobre una montaña, de la cual no es más que su corona: porque esa elevación es incomparable con la del monte, que, sin embargo, no es sino una brizna sobre la faz de la tierra, y desde muy poca altura la perderíamos de vista (como sin duda la tierra, vista desde la luna con ojos humanos, ha de parecer redondísima y muy plana), y en efecto desaparece de la misma superficie de la tierra conforme nos alejamos,
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