Un libro que nace desde el desconcierto que provoca un suicidio, el de su amigo el escritor Chusé Izuel, con la eterna pregunta de los que quedan detrás ¿Como no supimos verlo? Reflexiones, fragmentos de cartas y de cuentos, ejercicio de memoria para retratar a una persona desesperada, amargada por una relación rota, y un sin fin de preguntas que quedarán siempre sin respuesta.
Leí este libro porque he escuchado -y lo sigo haciendo- al autor en la radio. Murió prematuramente con 41 años y aunque hace tiempo que leí algo suyo que no me gustó demasiado -igual que este libro- me sentía en deuda con él, por lo mucho que disfrutaba de sus intervenciones, siempre optimistas, siempre frescas en diferentes programas de radio.
Ya he reservado el único libro de Izuel que hay en las bibliotecas de Barcelona, que casualmente está en mi biblioteca de referencia. Poco podemos hacer por los muertos aparte de recordarlos y, si fueron escritores, leerlos.
Bueno.
En Antagonía hay una frase que empieza: escribir como pensar perfeccionado, y para mí es eso: escribir es un pensar perfeccionado cuando he escrito una cosa que no es una abstracción, una verdad en abstracto, una verdad concreta, encarnada en hechos en una trama argumental, en unos episodios, que si están bien no pierden la vigencia. Es lo que tiene de bueno la novela frente a cualquier escuela filosófica… todas las escuelas filosóficas, sin excepción creo yo, han dejado de ser válidas. Las seguimos estudiando porque bueno es interesante saber qué pensaban saber que el mundo era así o asá. Pero ya nadie cree que realmente tuvieran razón. En cambio la validez de la novela se mantiene a través de los siglos, es decir lo que escribía Cervantes todo el mundo lo entiende perfectamente, sigue siendo válido, aunque tal vez lo entienda de una forma distinta al lector contemporáneo, al del siglo XVIII al del siglo XIX al del siglo XX son bueno un tipo de verdades puede decirse, las literarias, que a diferencia de las filosóficas no sufren el deterioro del paso del tiempo, la filosofía ya se ha terminado, es otra cosa que pasó a la historia. Cuando los jóvenes filósofos se dedican a barruntar por ejemplo sobre la estupidez, sobre el fenómeno de la estupidez (risas) es inquietante es decir que la filosofía quiero decir la búsqueda el interés por la sabiduría, centrarse en el fenómenos de la estupidez humana ya supone en cierto modo tirar la toalla casi, se agotaron los temas, el problema es que casi siempre las teorías pasan en poquísimos años. Del existencialismo para acá por ejemplo, las nuevas teorías literarias, tienen una vigencia de cuatro o cinco años, se las meten con calzador a los pobres estudiantes y luego resulta que cuando han terminado la carrera ya las teorías que se gastan son otras, han pasado a la historia.
Lunes y martes, enclaustra-miento. Al fin (pensaba ya que no iba a poder hacerla) he hecho la crítica de El responsable de las ranas. Esta tarde se la llevo [a Antón](…) Estoy cansado. Estoy harto de dormir mal. Cada vez duermo menos horas. Excepto cuando llego colocado, claro. Sigo escuchando los putos programas de radio nocturnos. Ayer por la noche leí a Carver. Casi todo. Sigue dejándome acojonado. Acojonado de verdad. “Te quise tanto. Te quise con locura. Sí, así te quise. Más que a nada en el mundo. ¿Te das cuenta? Es para morirse de risa. ¿Te imaginas? Estábamos tan ‘íntimamente’ unidos en aquella época que apenas puedo creerlo. Creo que eso es precisamente lo que más extraño se me hace ahora. El recuerdo de haber tenido tal intimidad con alguien. Una intimidad tan grande que me dan ganas de vomitar. No me cabe en la cabeza una intimidad así con otra persona. Nunca he vuelto a tenerla.” Si alguna vez me tatuara algo, esto sería lo que me tatuaría. Nada de tenerlo escrito en un trozo
de papel. En el pecho, y con letra bien clara. Cada vez estoy más convencido de que el acto de escribir, el verdadero y único acto de escribir, consiste en echar toda la puta mierda que llevas dentro. De hecho, no quiero ya oír hablar de creación ni pijadas de ésas. Ni creación, ni hostias. Y lo mismo en cualquier otra actividad. O te sale de las tripas o no vale una mierda. Así de claro. No sirve para nada intentar encontrar algo; o lo tienes o no lo tienes. Sin más. (…) Si lo dejas escapar estás muerto, y ya puedes hacer la maleta y montarte en el barquito de Vacaciones en el mar. He sido capaz de aguantar mucha mierda, pero estoy empezando a cansarme ya. (…) “Me he sentado ante la mesa de la cocina para narrar mi declive”, dice Zarraluki. No sé por qué, pero me impactó esta frase. No sé si es por lo de la cocina, por lo del declive o por qué narices, pero me parece una estupenda frase para comenzar una historia.
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