Llamada la otra generación del 27 estos escritores brillaron en las páginas de La codorniz y alegraron la tristeza de la postguerra con su humor absurdo y rompedor. Escribieron, en muchos casos, obras de teatro y novelas, algunas de ellas memorables. El tiempo no les ha tratado bien por varias razones: su ideología conservadora, el poco respeto que tiene el humor, y lo rápido que en ocasiones envejece éste. En el libro se describe su biografía y se analizan algunas de las obras más representativas.
La parte del león se la llevan Miguel Mihura y Jardiel Poncela. Del primero se comentan Tres sombreros de copa y sus Memorias (analizadas aquí: Tres sombreros de copa). Del resto de su obra dramática, aunque siempre orientada al humor, el autor del libro considera, como yo, que no tiene tanta altura como su primera obra. Del segundo se analizan (…)
El resto ocupan un menor número de páginas pero se incluyen extractos suficientes para hacernos una idea del tipo de humor que desarrollaban y del que dejo algunas muestras al final.
Recomendable para conocer a unos autores que no merecen el olvido en el que están sumergidos.
Yendo a Málaga en coche, López Rubio y Tono y conduciendo Neville, éste atropello a una gallina. A los pocos kilómetros a un conejo, que cruzaba velozmente la carretera e inmediatamente, el comentario de Tono: «Mira a ver si atropellas un poco de arroz» (J. García Dueñas: op. cit., p. 304);
[Ella, a él, que está de rodillas]
—¿Me querrás siempre así?
-No, otras veces de pie (C-99, 25-IV-43).
—Estoy cansada de llevar esta vida, Sebastián. ¿Quieres llevarla tú ahora un poco? (C-126, 31-X-43).
-En la vida, hijo mío, sólo a fuerza de trabajo y de perseverancia se llega a
algo. Ahí tienes a las abejas.
—¿Qué le pasa a las abejas?
-Nada; pero ahí las tienes (C-148, 4-VI-44).
—Le advierto que yo no acostumbro a charlar con el primer hombre que me dice algo. Pero, claro, como usted es el segundo… (C-148, 4-VI-44).
-El cielo, el mar, el ocaso… todo os habla de amor, baronesa; mi papel, por tanto, es superfluo: ¡adiós, señora! (C-180, 14-1-45).
-¡Y pensar que este río lo he visto yo nacer! (G— 78, 24-XI-28).
-Dime, ¿por qué te dejas el bigote?
-Porque me sale de las narices (G-95, 30-111-29).
-¡Qué tiempos estos, amigo mío!: gente que no se había muerto nunca, se está muriendo ahora.
[Un señor que lleva un plato con un pescado a la consulta médica] -Doctor: este pescado está malo (C-250, 2-VI-46).
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