Ediciones Rueda, 1991. 160 páginas.
Tenía ganas de saber más acerca de David Livingstone y me compré este libro de saldo. Seguramente no será la mejor biografía del autor, pero cumple su propósito.
Explica la vida de este explorador incansable al que se le dio por perdido y que militó contra el esclavismo en contra de muchos intereses de la época. Separado de su familia porque no podían seguir el ritmo de tantas expediciones, sufriendo enfermedades, consiguió unos logros extraordinarios y cartografió muchos territorios con un especial interés en los ríos (el agua es la vida en esas regiones).
El libro está pensado para escuelas e incluye subapartados en los que explican contextos, historia, evolución de las regiones de áfrica, etcétera.
Me ha resultado una lectura entretenida y he conseguido el objetivo de conocer más a este personaje. Como tontería añadir que después de ver la foto de la mujer de Livingstone entendí sus afanes exploratorios:
(perdón por la salida de tono, pero no me he podido resistir).
Extracto:[-]
En la Inglaterra de la época, en pleno auge de la in-l dustria y el comercio, las fábricas suplían sus deficien-1 cias técnicas con abundante mano de obra. La pobreza ] generalizada propiciaba el trabajo de los niños, acep-i tado por los patronos a cambio de un miserable salario j como pago de una jornada de hasta catorce horas diarias. David fue un niño más entre los muchos que pasaron su infancia y su adolescencia entre el ruido de las máquinas; mal alimentado y peor vestido, sin tiempo j para nada que no fuera trabajar, comer, dormir y volver] a trabajar.
Desde los diez años paseaba entre las bobinas de la fábrica de tejidos de algodón, encargándose de atar los hilos que se partían. Iniciaba el trabajo a las seis de la mañana, y no lo abandonaba hasta las ocho de la tarde. A pesar de sus pocos años, tenía unas enormes ganas de aprender y gran fuerza de voluntad, por lo que de ocho a diez asistía a una clase nocturna de latín y, según él mismo cuenta, «continuaba trabajando hasta las doce de la noche, o más tarde, si mi madre no intervenía arrancándome el libro de las manos», pues su madre temía que enfermara si se quedaba estudiando hasta muy avanzada la noche, después de haber trabajado durante todo el día.
Compró su primer libro, una gramática latina, con una parte de la primera paga semanal, entregando el resto a su madre para ayudar en los gastos generales. La gramática la colocó en un bastidor, de forma que al pasar por delante podía ir memorizando las frases.
5 comentarios
¿Es el dr Linvingstone que remnotó el Nilo? Lo nombra con admiración Julio Verne en 5 semanas en globo.
El mismo. Su vida es de admiración, tanto por las expediciones que realizó como por su estatura moral.
sigueleyendo.es
Ya quisieran muchos tener ni la mitad de «huevos» que tuvo esta mujer, que no decayó ni en las condiciones mas duras… Algunos no igualarán sus azañas por muchos años que cumplan… Y no todos son guapos…
Y sí, «sólo» era la mujer de Livingstone