Alpha Decay, 2011. 96 páginas.
Aventura amorosa entre una rica americana y un famoso torero mexicano, contada en la distancia por quien ejerció de acompañante y amigo. Final turbio.
Se hace hincapié en la edición en la nota de la censura, que visto cien años después nos parece risible; apenas hay lenguaje explícito.
Personalmente Lawrence nunca me ha llamado demasiado la atención fuera de esos escándalos ya pasados de moda. Se lee con gusto pero poco más.
»Pero en México los hombres no se interesan por las mujeres que quieren hacerlos bailar al son que tocan. En México, son las mujeres quienes deben trajinar entre el polvo, como las indias, con la cabecita gacha. Las gringas no son muy populares. Nadie aprecia su energía y su capacidad de poner a los otros en solfa. Los hombres prefieren irse al carajo a su manera a que los mande allí una mujer,
con un cestito para traerse de vuelta la compra.
»Así que Ethel fue recibida con miradas por encima del hombro, cuando no con un muro de rollizos cogotes que le daban la espalda. No la querían. Los revolucionarios no le prestaban la más mínima atención. No querían que participaran mujeres. El general Isidor Gara-bay bailó con ella e inmediatamente esperó que se convirtiera en su amante. Pero ella respondió, como solía, con un de eso nada. Tenía una manera terrible de decir de eso nada, como si aporreara un espejo con un martillo. Y como nadie quería meterse en problemas por su causa, tampoco querían saber nada de ella.
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