Editorial Plaza y Janés 1998, 199. Tot. or. Great Expectations.
Trad. Jonio González. 660 páginas.
Ascenso vertiginoso
Lo bueno de los mercados de saldo es que los clásicos se encuentran con facilidad. Con el propósito de leer cuantas obras de Dickens se me pusieran a la vista, no ha sido difícil encontrar por buen precio uno de sus títulos más famosos, ‘Grandes Esperanzas’. Y es justo empezar con ella, porque fue la adaptación cinematográfica de esta novela la que me hizo pensar que Dickens era una asignatura pendiente para mí, y que a buen seguro merecería la pena hincarle el diente.
Empecé esta novela, pues, ‘conociendo el argumento’, si bien a grandes rasgos porque la película se aparta en varios puntos del libro -y acertadamente en mi opinión- con lo que me he encontrado agradables sorpresas, además de muy buena literatura.
En el rincón del vago, página de gran éxito entre estudiantes, he localizado este resumen, más prolijo que el que ahora sigue. La novela nos cuenta las andanzas de Pip, un joven huérfano que vive en casa de su hermana, y que parece destinado a seguir el mismo oficio que su cuñado y convertirse en herrero. Pero dos hechos cambiarán su vida. Encontrará a un presidiario fugado y le ayudará con comida y una lima. Y más tarde una anciana rica del pueblo, Miss Havisham, le llamará para que juegue con su hija, Estella, de la que caerá profundamente enamorado. Pasado el tiempo, un abogado le comunicará que un misterioso benefactor ha decidido hacerse cargo de su educación y lo convertirá en caballero. Aquí comienzan las grandes esperanzas de Pip. Asistiremos a su conversión en un verdadero caballero, a omo irá olvidando poco a poco su pasado, sus intentos de conquistar a Estella y conoceremos la identidad del misterioso benefactor.
Si la película realza aspectos del libro y pierde ese aire de folletín decimonónico que pueda estar un poco desfasado, también se le escapa lo que constituye, quizá, el genio de Dickens; una galería de personajes a cual más pintoresco: Su cuñado Joe, un pedazo de pan bendito, la despechada Miss Havisham, una excentrica millonaria obsesionada por el plantón que le dieron el día de su boda, el abogado Jaggers, de caracter arisco y una fiera en los juzgados, su pasante Wemmick que cuida de su anciano padre en un extraño castillo, y un largo etcétera que consiguen ser, a la vez, testimonio de su época y resultar extrañamente cercanos.
Es una pena que, en general, se tengan tan olvidados a los clásicos. He disfrutado cada momento de la lectura de este libro, y si bien el paladar moderno puede encontrar anticuadas algunas de las páginas, el conjunto es de una gran calidad. Descubrir la inmensa humanidad de Dickens bien merece un pequeño esfuerzo.
(Un día, un libro 211/365)
Escuchando: Yo me levantara un lunes. Raíces.
2 comentarios
estamos en paralelo, justo mi último post es muy parecido.
saludos afectuosos -y globalizados- desde lejanas tierras y cercanas aficiones.
Acabo de leerlo y me apunto tu blog.
Un saludo.