Había escuchado varias recomendaciones de este cómic, y me llamaba la atención, sobre todo, por la portada. Que al final es lo que más me ha gustado.
El protagonista, recién salido a cárcel, tiene que cumplir un último encargo. Un empresario vasco le contrató para que, si lo mataban, encontrara al asesino y se encargara de él. Sólo conoce un apodo, Izpala, para averiguar la identidad del culpable.
No me han gustado dos cosas. La narración avanza a golpes de ‘deux-ex-machina’, cada vez que el protagonista necesita algo hay un amigo, un conocido, un contacto, que se lo proporciona sin mayor problema. La supuesta investigación es en realidad una excusa para que diferentes personas nos cuenten su punto de vista sobre el conflicto vasco: La viuda de la víctima, una profesora que tuvo que marchar, un guardia civil que no olvida, y un lider intelectual de la banda armada.
El mensaje es bastante evidente, en contra de un ‘falso cierre’, una paz pactada con la banda sin que los culpables reciban su castigo. Una idea que respeto pero que no comparto.
Otras reseñas aquí: Las oscuras manos del olvido, de Hernández Cava y Seguí: un cómic contra la desmemoria y Las oscuras manos del olvido y la peste de una sociedad, un comic de Cava y Segui .
Calificación: No ha acabado de convencerme.
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