Bae Suah. La noche y el día de Ayami.

septiembre 26, 2025

Bae Suah, La noche y el día de Ayami
Shiro, 2025. 124 páginas.
Tit. or. Untold night and day. Trad. Ana Barragán.

Ayami trabaja en un teatro sonoro para ciegos en Seúl. Fue actriz pero esos días quedaron lejos. Una amiga le da la oportunidad de hacer de guía para un poeta que viene a visitar la ciudad, lo que le viene bien porque su trabajo justo ha acabado.

La novela se articula alrededor de pocos personajes, Ayami, el director del teatro, un hombre obsesionado con ella, su amiga Yeoni y el poeta invitado que resulta ser un escritor de novelas policiacas. Pero la trama se mueve en una fragmentación de tiempos y espacios, de cosas que son y dejan de ser, que nos da la sensación de estar dentro de un sueño, y de cuya posible explicación tenemos una posta dentro del texto.

Me ha gustado esta trama fragmentada donde no parece haber nada firme, construida con trazos breves y precisos.

Bueno.

Ayami estaba en la sala de fumadores del exterior. A lo largo de toda la pared había arbustos de hortensias secas, des cuidados y sin podar. Ayami se había apoyado allí mientras contemplaba su enorme sombra.

Entre los pocos recuerdos que tenía de su infancia, había una cosa que sobresalía como los restos de una isla que se hubiera hundido en el abismo del olvido. El caso del farma- céutico desaparecido en el pueblo. Un joven taciturno, que apenas hablaba y no se relacionaba con nadie, desapareció un día sin más. Decían que había dejado una carta en la que explicaba que se haría budista porque odiaba este mundo. Su mujer, con la que apenas llevaba medio año casado, era joven y estaba embarazada. Al contrario que el farmacéutico, su asistente, un hombre de unos treinta años, era más simpático asistente, un hombre de unos treinta años, era más simpático y, por sus habilidades comerciales, se encargaba de la administración. Fue él quien ayudó a la joven esposa abandonada por su marido y se encargó de las tareas del día a día. También por supuesto era ilegal— vendía medicamentos a precios más bajos. No tardaron en correr extraños rumores, como que en realidad el farmacéutico no se había hecho monje budista, sino que lo habían matado de un golpe en la cabeza mientras dormía y habían escondido su cuerpo en el espacio entre el techo y la cubierta de su casa. Rumores como que el hijo que esperaba la esposa no era suyo. Pero la policía había registrado toda la casa de arriba abajo y no había encontrado evidencias. Tiempo después, el asistente y la mujer del farmacéutico acabaron por marcharse del pueblo sin que nadie supiera adónde.

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