El autor mezcla los recuerdos de su infancia con las lecturas de los cinco, el presente, su cambio de rumbo de escritor de izquierdas a inversionista en busca del beneficio, con una supuesta novela de Reig sobre los cinco de adultos, que a veces son trasuntos de ellos mismos de mayores.
No es mala idea y no está mal ejecutada. Tiene algunas páginas brillantes y su lectura me ha tenido entretenido. Cuando hace sátira social no cae en los excesos maniqueos de aquel Menudo reparto que me horrorizó.
Pero…. para que lo voy a negar, Orejudo es uno de mis escritores preferidos y este libro es, de largo, el peor que he leído de él. Me ha pasado como con aquel ¡Mio Cid! que partía de una buena idea pero con un desarrollo muy flojo. Este libro, escrito por alguien desconocido, me hubiera hecho gracia. Pero yo esperaba más.
Aún así, se puede recomendar.
—Ahora es el turno de Toni —dijo Ismael.
Yo había escrito lo que quería decir, para que no se me olvidara nada:
«Te engañé», leí, «para que fueras feliz, para que siguieras creyendo que te habías casado con un hombre virtuoso. Me he acostado con todas esas mujeres porque quiero seguir contigo. Quiero seguir contigo, Cecilia, aunque mis necesidades sexuales tengan desde hace tiempo una frecuencia diferente a las tuyas. Pero como tú misma dirías, en la vida hay cosas más importantes que el sexo. Y tienes razón; una relación duradera no puede basarse en eso, de modo que un buen día decidí eliminar de nuestra vida el cáncer que la consumía, el lunar que podía hacer metástasis. Extrayendo el sexo de nuestra relación, extraía el chip con la programación de su obsolescencia, y conseguía que nuestra relación fuera, por decirlo así, inmortal. Pero no eliminaba el sexo de nuestra vida, claro. Tú, por mucho que digas, eres humana y no soportarías no volver a tener un orgasmo por penetración. Lo que hacía era mantener dentro de nuestra relación esas migajas de sexo que tú necesitas para creer que tene-
mos una relación integral y completa. Todas las revistas femeninas coinciden en la importancia del sexo en las relaciones de pareja, y si no lo hicieras de vez en cuando, sentirías que tu vida no está plena, por usar el adjetivo de estas revistas. Así que he seguido manteniendo relaciones sexuales contigo una vez por semana, salvo las semanas de menstruación, he seguido provocándote un orgasmo cada siete días, convenientemente envuelto para regalo, con sus besitos, sus palabras de ternura y sus abrazos de plenitud. Y he seguido la pauta clásica de las relaciones sexuales desde que se inventó el amor: planteamiento, nudo y desenlace, es decir, las tres pes: preliminares, penetración y palabras post coitum. Todo eso lo he respetado por el bien de nuestra relación. Porque quiero seguir contigo, envejecer contigo y morir contigo. Ahora bien, fornicar, lo que se dice fornicar, eso prefiero hacerlo fuera de nuestro matrimonio. La necesidad de sexo salvaje, la brutalidad del orgasmo sucio, eso prefiero buscarlo y encontrarlo fuera. Todo ese mundo, que tú no puedes darme, y que yo necesito, lo he buscado fuera por amor a ti, porque si te lo hubiera pedido, tú no me lo habrías dado y yo te habría odiado. Y si me hubiera reprimido, el deseo no satisfecho habría emponzoñado de resentimiento y frustración todas las dimensiones de nuestro amor. Quiero confesar que si te he sido infiel con decenas de mujeres es porque te quiero. Porque te quiero y porque…».
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