Repaso a la biografía y obra de uno de los mitos del tebeo español, el gran Vázquez. Una pena la escasez -supongo que por temas de derechos- del material de sus últimos años. Se repasan algunas de sus conocidas anécdotas poniendo algunas en cuarentena. El análisis de su obra es más exhaustivo que el de su biografía.
Precisamente entre 1961 y 1963 aparecen las primeras entregas de diversas de sus series -Las hermanas Gilda, La familia Cebolleta, Ángel Siseñor- realizadas por otros autores, Blas Sanchís y Martz Schmidt básicamente. Bruguera todavía no había organizado un estudio propio de dibujantes que realizarían a lápiz y a tinta páginas de series de otros creadores con el objetivo de garantizar la masiva producción de la casa, pero a título individual Jordi Bernet y otros ilustradores y Enrich ya dibujaban, respectivamente, páginas de Doña Urraca y El repórter Tribútete. Lo cierto es que en 1963, y durante unos meses, ninguna de las series de Vázquez lleva su inimitable estilo. Es entonces cuando aparece otra parte de su leyenda negra que, sin ningún tapujo, el propio Vázquez se encarga de escampar a los cuatro vientos, reconociendo que ha estado en la cárcel en tres ocasiones: «Yo me divertí, lo pasé bien. Estando allí hubo un incendio, apagué el fuego, salvé a un guardia y me dieron una mención de honor. En la Modelo cada uno se relacionaba con los de su élite, y claro, yo me relacionaba con los estafadores»4. Aunque los detalles sobren, dan una medida de la capacidad de fabulación de una figura pública que aprovechaba cualquier ocasión para magnificar su fama; en la misma entrevista, Vázquez añade: «Una de las veces que salí de la cárcel fui a Bruguera a pedir trabajo y me dijeron ‘Espere usted hasta que se olvide esto’. Y entonces me fui a buscar un amigo mío, un gitano que había encontrado en la Modelo. Pues me pagó un piso durante tres meses. Me imagino de donde lo sacó, pero a mino me faltó nada. Eso es un amigo, ¿no?».
No he podido confirmar con papeles que lo certifiquen si Vázquez estuvo realmente en prisión alguna vez, pero hay algo cierto: y es que Editorial Bruguera le denunció ante los tribunales en abril de 1963. En un escrito cursado ante un juzgado de Instrucción de Barcelona, la editorial le acusa de haber confeccionado facturas falsas de Creaciones Editoriales, su agencia, exponiendo así los hechos: «en fechas que oscilan entre el 25 de febrero del corriente año y el 10 de abril se apoderó fraudulentamente, con claro ánimo de estafar, de quince recibos de los custodiados en las oficinas, los cuales rellenó con cantidades y conceptos a capricho, atribuyéndose la entrega de trabajos que no había realizado y haciéndolos efectivos»; a la denuncia se adjuntaban coplas de los quince recibos referidos.
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