Akal, 1999. 414 páginas.
Tit. Or. Early Mesopotamia. Trad. Carlos Pérez Suárez.
Sigo obsesionado con la cultura mesopotámica, todavía más desde que pude ver en el British Museum alguna de sus joyas, incluyendo una de las primeras bibliotecas. Las tablillas cuneiformes nos han dejado una gran cantidad de documentación que permiten hacernos una idea de cómo era la sociedad en esa época.
Eso es lo que nos va desvelando el autor, una descripción de la sociedad mesopotámica, su organización, su agricultura, las leyes, el día a día… todo documentado mediante textos de la época que lo ilustran con ejemplos concretos.
Me ha resultado muy interesante tanto por la erudición que demuestra como por el enfoque. Muy recomendable.
A pesar de estas duras condiciones, la realidad puede no haber sido tan mala como parece. Da la impresión de que el divorcio no era aceptable sin causa grave, y el estigma social unido a un divorcio no razonable aparece en la opinión comunal: «¿Una dama que ha vivido en casa de tu padre, y cuya condición de casada es conocida en tu distrito, ha de marchar así? Dale el equivalente de lo que trajo consigo» (CTj 45, 86). Las causas graves más frecuentemente alegadas eran mal comportamiento por parte de la esposa o un matrimonio sin hijos. Una vez más se ha de recordar que el matrimonio es un vínculo entre familias, y el objeto del matrimonio dentro de cada familia es asegurar la presencia de hijos que perpetúen la línea masculina. Sin embargo, esto no suponía que un matrimonio infértil sometiera de forma automática a la esposa a la afrenta de un divorcio, dado que la ley y la costumbre le permitían proporcionar hijos a la familia al aportar una esclava como sustituta suya, una solución que nos resulta familiar por la historia bíblica de Sara y Hagar. Los hijos de esta unión eran tratados en todos los aspectos como hijos suyos, «los hijos son sus hijos», y cuando la ley dice «ella no le ha permitido tener hijos» (CH, §163), tiene en mente tanto la maternidad normal como esta maternidad delegada. El mismo principio se aplicaba en el caso de una naditum, que podía casarse pero no cohabitar con su esposo (texto 5.11). No resulta sorprendente que ciertos datos indiquen que las condiciones de divorcio se veían afectadas radicalmente por el hecho de si la esposa había tenido hijos o no, pues en el primer caso se encontraba vinculada a la familia patrilineal con independencia de si las partes afectadas lo deseaban o no. Si no había tenido hijos, a la familia del marido le resultaba indiferente si regresaba a casa de su padre o iba a otro sitio.
Texto 10.3. Una carta paleobabilónica:
Di a Mattaki, Illuratum dice: Que Samas y Marduk te den vida. Sobre la pequeña hacha de bronce y el lingote de bronce que se te dejaron como garantía, me había olvidado de ellos hasta que el muchacho que trajo el cereal los mencionó. Yo no tenía cereal disponible y no envié nada, pero cuando se haga el esquileo de las ovejas te enviaré lana por importe de dos shekels. No des la pequeña hacha de bronce o el lingote a nadie -se te han confiado a ti-. El día que te envíe la lana, envíame la pequeña hacha de bronce y el lingote de bronce.
(Según Frankera, 1966, núm. 93.)
Texto 10.4. Préstamo en plata con el hijo del deudor como garantía:
Baksisum ha recibido [x] shekels de plata de Mannum-ki-iliya. Ha dado a su hijo como garantía. Si Baksisum (desea redimir [?]) a su hijo, pagará la plata junto con el interés. Si (el hijo) muere o huye, recibirá su plata de Baksisum. (7 testigos, entre ellos un herrero.)
Texto 14.4. El rey se une a Inanna para el rito del matrimonio sagrado:
En el palacio, la casa de consejo del País, el cerrojo de todos los países… para la «Señora del Palacio» han instalado un estrado, (y) el rey que es el dios habita con ella, con el fin de cuidar de la vida de todos los países, para inspeccionar el primer día apropiado, para perfeccionar la me en el día sin luna, en el Año Nuevo, en el día del ritual, prepararon el lecho para mi señora. Purificaron la paja del lecho con esencia de cedro, y la dispusieron para su cama. Al lado colocaron su colcha. Cuando la colcha había alegremente mejorado la cama, mi señora se bañó para las puras ijadas, ella se bañó para las ijadas del rey, ella se bañó para las ijadas de Iddin-Dagan. La sagrada Inanna se frotó con jabón, roció el suelo de aceite y esencia de cedro. El rey fue a las puras ijadas con la cabeza alta, con la cabeza alta fue a las ijadas de Inanna. Amausumgalana comparte el lecho con ella, en sus puras ijadas es recibido.
(Según RóMER, 1965, pp. 133-134, líneas 167-188; véase Reisman, 1973, pp. 190-191.)
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