Viene de aquí: Jesús López Bobadilla, el poeta nutricio (I)
Y lo decía en serio. La cara de tonto que se me quedó debía ser para hacer una foto y enmarcarla. Con el tiempo fui conociéndolo más y aunque nunca fuimos lo que se dice amigos hablamos muchas veces de su concepción de la poesía y me leyó algunos de sus trabajos. Había decidido centrar su producción literaria en la alimentación. La comida, decía, es algo imprescindible para el ser humano. Todo lo demás –sociedad, cultura, amor y sexo- son accesorios. Podemos vivir sin libros, pero no podemos vivir sin comer. Lo mejor, me decía, es que lo que puede parecer una importante limitación no lo es. Poesía es metáfora, y la comida puede ser una metáfora de cualquier cosa.
Lo cierto es que algunos de sus poemas eran buenos, a pesar de su programa y de la seriedad con que se tomaba todo. Esa excesiva seriedad conseguía un el efecto contrario al que quería conseguir; cuanto más profundo y cargado de significado era el poema más hilaridad causaba. Consiguió que la editorial AMG (Casualidades del destino, estas navidades mi amiga Sandra me hizo un regalo muy especial. Dos bolsas llenas de libros de esta editorial. Cada uno incluye un punto de libro con una foto del autor y una breve biografía, igual que los que yo hago para liblit ¿otra inspiración?) le publicara su primer libro ‘La cesta de la compra’. Yo tenía un ejemplar que me regaló Jesús, pero se me quemó cuando se incendió mi biblioteca. Una pena, porque seguro que hoy es imposible de encontrar.
Por la publicación y un par de críticas elogiosas Jesús pensó que debía dedicarse en exclusiva a la poesía. No se puede negar que era un hombre de ideas fijas; fue imposible convencerle de que no dejara el trabajo en la fábrica, a pesar de que ya tenía fijada la fecha de la boda –en la España profunda nos casamos muy pronto- y era muy difícil que pudiera vivir de la escritura. Entre unas cosas y otras su relación de pareja se fue deteriorando y al final no llegaron a casarse. Sé que a él no le importó mucho, imagino que a un poeta le va mejor la vida bohemia, pero mi amiga lo pasó bastante mal. No era mal chico, pero debía ser difícil convivir con él.
Aunque ya no vivo en Logroño todavía me lo encontré un par de veces por la calle Laurel –ya he dicho que los pueblos son pequeños- casi siempre bastante borracho. La primera vez me dijo que ya tenía acabado su segundo libro ‘Nevera vacía’ y que andaba buscando quien se lo editase. La editorial AMG se había ofrecido, pero el intentaba encontrar algo mejor. No creo que llegara a editarlo, o al menos yo no he encontrado referencia en ninguna editorial. La segunda vez habló de una oferta de trabajo fuera de Logroño, me pareció entender que en Madrid, relacionada con la literatura. Eso fue hace quince años, en 1994 (ese año acabé la carrera) y la oferta parece que fue en serio, porque nadie lo volvió a ver por Logroño.
(Continuará, ya falta poco para saber el contenido de la caja)
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