Hace dos semanas salía la siguiente noticia en El País:
Quevedo es Quevedo
Un grupo de investigadores confirma la autenticidad de los restos del escritor hallados en Villanueva de los Infantes
Con tal fin, los investigadores han llevado a cabo un estudio antropológico forense de los restos óseos encontrados en la cripta para posteriormente realizar un estudio antropométrico, morfológico, patológico y radiológico de estos «y establecer definitivamente su relación con la antropometría y patología de Francisco de Quevedo», según informa hoy la Universidad
Yo, que algo sabía del tema, estaba esperando a que se pronunciara mi experta de confianza, la periodista y escritora Nieves Concostrina. Porque las cosas distan mucho de estar claras.
Aunque Quevedo dejó muy claro en su testamento dónde y cómo debía ser enterrado, la realidad es que los vivos no hicieron mucho caso de sus indicaciones, y sus huesos han andado de aquí para allá. Cuando se mandaron a Madrid para formar parte del Panteón de hombres ilustres los eligieron más o menos al azar y con tan mala fortuna que la calavera era claramente de una mujer.
Ahora el equipo de forenses ha examinado los huesos de casi doscientos muertos para buscar aquellos que por edad, antigüedad y características puedan encajar con los de Quevedo. Pero quien mejor lo cuenta es Nieves Concostrina. Escuchen las siguientes entradas -si es posible, por este orden- y además de conocer las andanzas de Quevedo una vez muerto entenderán porque no se puede asegurar al cien por cien que los huesos encontrados sean realmente suyos:
Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) se ha empeñado en encontrar a Francisco de Quevedo
Los restos de Quevedo ¿identificados?
Sin duda una historia fascinante.
2 comentarios
Digo yo que no serán la edad, la antigüedad de los huesos y no sé qué características tan fundamentales para resolver el enigma. Alguno más se habría muerto por ese tiempo con la misma edad que el interfecto y con la mismas «no sé qué características». Aquí lo que hace falta es una prueba de ADN. A lo mejor un rastro de saliva extraído de sus escritos originales. El tío tosería mientras escribía o le saldrían algunos moquillos o se cortaría afilando la pluma. ¡No tiene que ser tan difícil, joder! Lo vemos todos los días en televisión. ¡Qué desilusión para la gente que vaya a ver los huesos y sorroballar su libro por los huesos pelados cuando sepan que los tristes huesos de un pringao sin nombre que ocupó el lugar de un ilustre!. La gente dejará de creer en Quevedo, un fraude. Mejor hacen una sopa para alimentar a los pobres.
Ahí está el problema; que no han hecho una prueba de ADN. El estudio forense ha sido muy riguroso, pero su resultado no es concluyente -y nos están ‘vendiendo’ que sí lo es.